El reto de la competitividad tiene que ver con nuestra experiencia pasada, basada en modelos que fueron, sobre la base de aciertos y desaciertos, madurando capacidades; la lectura de hoy refuerza esa tendencia; pero, creemos que lo más importante es tener claro nuestras posibilidades y oportunidades en el reto planteado. Esta innovación tiene que tener su necesaria hoja de ruta basada en la educación para las capacidades y en la tecnología para las productividades. Necesitamos hacer el balance de lo que hemos avanzado como ayuda a la priorización de la agenda de la competitividad, que necesariamente tiene que estar referenciada en los parámetros de la estrategia económica del Perú con miras al bicentenario, un tiempo más que suficiente en adelante para tener resultados previstos como metas. Esta estrategia de competir hacia el primer mundo, dice el temario, tiene la audacia de saltar etapas, pensar solo en el crecimiento, no lo asegura, es posible únicamente, con una visión y estrategia de desarrollo sostenible y sustentable; asumiendo todos el compromiso, desde la clase política, el Estado en sus diferentes instancias, el empresariado privado, instituciones de la sociedad civil y población, de querer hacerlo.
En esta lógica, necesitamos ser productivos y competitivos, sobre la base de mejorar condiciones de mercado interno, no solo referidos a capacidades adquisitivas, sino a incorporaciones; pensar solo en el mercado de exportación diseñado para competir sobre la base de productividades, nos condena a marcas históricas respecto de país primario exportador, por un lado, o solo buscar productos por exigencia de mercados mundiales, de otro lado. Nuestra infraestructura está mejorando y tiene que hacerlo mucho más, es un buen soporte de base, junto al equipamiento; en esta línea, la educación, tiene que tener la prioridad que la ocasión demanda, ser cenicienta presupuestal de políticas y objetivos, la postraron, al extremo de tener dificultades en el emprendimiento de capacidades por parte de centros formadores y capacitadores que, adicionalmente, necesitan también, reforzar su agenda de investigación para el desarrollo; en ese sentido la atención a la escuela, institutos técnicos y universidades es de mucha urgencia. De otro lado, la eficiencia e ineficiencia del Estado marca también sus propios conceptos de productividad, va bien con sus estrategias de inversión, en normativa cada vez mejor prevista, sin embargo, no tiene claridad todavía en espacios generados de participación ciudadana y licencias sociales, que son más proclives a propiciar conflictos sociales, no solo con la población, sino con la sociedad civil y entre regiones, por disputas de recursos y manejos territoriales; en donde las competencias asignadas a regiones y gobiernos locales, todavía no asientan en capacidades y gestión pública, que obviamente rebota en escenarios por construir.
Hoy tenemos desarrollo desiguales, en lo que se refiere a mercados, el norte del país, con el sur chico, adquirieron velocidad en esa estrategia, teniendo hoy claros indicadores de crecimiento y coberturas, en tanto que, el sur en su conjunto, no ofrece una buena lectura, solo Arequipa, últimamente, puede verse en ese nivel, pero, en el conjunto de la macro sur, no aparece ese efecto; es de entender que no se establecieron prioridades de agenda compartida y se dejó llevar por las emociones de la política, teniendo hoy el resultado señalado. La macro sur esta ad portas de conectarse con Brasil y el Mundo, por medio la vía interoceánica, que tomando los tres puntos origen-destino, llámese, Puertos de Marcona, Matarani e Ilo, le dan a esta parte del Perú, una nueva fisonomía, un nuevo mapa, económico, productivo, comercial, de servicios y turístico; en estas condiciones, es prioritario establecer estrategias productivas y competitivas, de la macro sur hacia el Perú y del Perú hacia la macro sur.
El reto de entrar en esta nueva posibilidad, nos lleva a ajustar prioridades, respecto de nuestros ingresos per cápita, pobreza, saneamiento y analfabetismo; de cómo estamos y nos hemos preparado para hacer negocios con la octava economía del mundo, que es Brasil, de cómo dejar de ser tradicionales en nuestras exportaciones y mejorar el menú de la cartera exportable, de cómo mejoramos nuestro sector industrial en líneas no primarias, generando paulatinamente agregados de beneficio interno. Cómo incluimos la parte transformadora en el sector primario, haciendo compatibles tecnología con crecimiento de empleo calificado, cómo mejorar las capacidades del sector terciario, no solo como “colchón”, sectorial, ni destino obligado de exclusiones de los otros, sino como sector estratégico con competencias, capacidades y soportes de emprendimientos para ser plataforma logística de lo generado en el primero y segundo sector. De cómo aprovechar ventajas de tener buenos destinos turísticos y jerarquizados, como lo son Cuzco con Machu Picchu, Puno, Arequipa, Las reservas del Manú y Tambopata; hoy en inmejorables condiciones por la vía interoceánica; que no solo es vía comercial, productiva, y de servicios, sino también turística.
Cómo entender al Sur que no se entiende así mismo, y cuando mira a Lima y al norte, se entiende menos; aquí el concepto clave es el de articulación e integración y es por ello que necesitamos construir ejes articuladores que no sólo son viales, sino además, económicos, productivos, logísticos, servicios, formativos; no nos hemos capitalizado en activos, recursos humanos y tecnología. En la lógica nacional era necesario fortalecer las estructuras que dan soporte a la economía; la gestión dio resultados con el control de la inflación, manejo de reservas, cumplimiento de metas, control del gasto, equilibrios presupuestales, confianza mirada desde fuera. Y bueno, para el caso nuestro, la minería sigue manteniendo un alto porcentaje de participación en el PBI; no se ha crecido en agricultura, industria y pesca, el sector construcción sigue liderando el crecimiento hoy, junto con servicios, básicamente con comercio y turismo; y tenemos una tendencia hacia la tercerización de la economía. De otro lado, sobre el uso de los recursos naturales; mientras nos peleamos por el agua, esta sigue su curso, necesitamos concesiones responsables en minería, y no todo es denunciable, además, tener una explotación racional del mar; el tema del gas y generación eléctrica, pasa por definir nuestra matriz energética, para consumo doméstico, industrial, transporte y minero. Hoy el reto es construir la estrategia que de sentido a lo productivo y competitivo.
Cómo entrar con buen pie en este emprendimiento, a pesar de los señalado por Michael Porter respecto de nuestro país y se refiere a: que no tenemos una política de largo plazo en materia de competitividad, no tenemos un rumbo definido, que el crecimiento no ha beneficiado a la mayoría de la población, que nuestra ilusión exportadora se basa en materias primas y sus buenos precios pero no exportación de productos con valor agregado, nuestro atraso en invención y tecnología, no se crean nuevas empresas sino que se compran negocios, dificultades de baja productividad, pésima educación, deficiente sistema de salud y debilidades de infraestructura y finalmente temas de corrupción, burocracia y derechos. Indudablemente que lo planteado por Porter, en la capacidad y conocimiento reconocidos, hace más urgente que los retos planteados tengan la factibilidad de llevarlos a la acción.
Finalmente, pasar del imaginario a propuestas concretas, nos lleva a mejorar nuestro capital humano, desarrollar capacidades tecnológicas y científicas, generar valor agregado a nuestras materias primas; todo en la idea de un real posicionamiento del sur, para lo cual se necesita construir una agenda que tenga claro: infraestructura, políticas sociales, calidad de vida, legitimidad de gestión, capacidades para una gerencia privada moderna y una gerencia social en el escenario público, capital social con aptitud y capacidad, responsabilidad social en el uso de los recursos, donde el Estado, el capital y el trabajo decidan tener una visión compartida. Lo productivo y competitivo como anhelo, debe de pasar a su concreción, y la macro sur con sus componentes, deben de ser actores importantes en esta estrategia con miras al bicentenario.
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