Las universidades peruanas, no figuran en catálogos de ranking formativo, tanto americanos como mundiales. La acreditación universitaria, está planteada como necesidad y la idea de que el Estado, quite la denominación de, “a nombre de la Nación”, va de requisito; debemos de afrontar un proceso que realmente nos lleve a elevar el nivel formativo superior y contribuya efectivamente al país.
Intentaré el desarrollo de algunos conceptos que me parecen de lo más pertinentes e irrenunciables, en la pretensión de acreditar a nuestras universidades, no para que tengan el cartel de serlo, sino, por necesidad de ajustarlas a las estrategias, tanto de crecimiento como de desarrollo que el país está empeñado y necesita hacerlo. Veamos, la sociedad en su conjunto, manifiesta sus requerimientos a través del mercado que tiene múltiples expresiones, el territorio nacional da un inventario muy diverso en recursos y lo vemos por su manejo y gestión, como así también, el de las realidades socio económicos, productivas, calidad de vida, cultura, identidad, etc., todo en una dinámica que da sentido a un conjunto de propósitos y emprendimientos; ese es nuestro escenario.
La universidad en términos de capital humano, está conformado por estudiantes, docentes y administrativos; para el caso de estudiantes, se hace selección de postulantes porque es más la demanda que la oferta instalada y porque el sistema está previsto para que no ingresen todos; y va la pregunta, todos tienen que ingresar, NO; la selección se puede hacer desde fuera o desde dentro, es cuestión de costo-beneficio. la infraestructura tiene que ver con su “campus”; y se necesita tener capacidad para pretender acreditarse, donde además, el equipamiento, llámese, aulas, talleres, laboratorios, centros de aplicación, da el soporte adecuado; pensar solo en, aula, pizarra, plumón, carpetas, alumnos y docente; no va de ninguna manera. De otro lado, la universidad tiene, funciones de docencia, investigación, promoción, servicios y producción; pretender hacerlo implica tener capacidades, infraestructura, equipamiento, planes, proyectos, estrategias, objetivos, metas; tanto para el trabajo interno como en su presencia y posicionamiento en mercado abierto y competitivo. los componentes importantes de la pretendida acreditación, son ciencia, tecnologías, tanto medicas como sociales, gestión y humanidades; estas áreas están comprometidas a capacidades formativas; no dejando de lado una escala de prioridades en donde, nuestras necesidades tecnológicas, capacidades de gestión, deben de tener el sentido de vida que le dan las humanidades. Es por ello que La universidad, tiene que ejercer su “responsabilidad social”, teniendo todo lo necesario y no mínimos, para así aportar como un actor importante, en la perspectiva de nuestro país.
Finalmente, el Estado no tendría porque avalar un título, la universidad es responsable de origen, más no de destino, que sería el portador; sin embargo, deberíamos de exigirle al Estado, que las concesiones de nuevas universidades pasen, no por tamices mínimos, sino por los del tercio superior; en ese sentido, las universidades deben tener capacidad para generar recursos propios, no por servicios educativos, solamente, sino por producción y servicios y lo que resulte de ello, destinarlo con justa razón a formación, investigación y equipamiento; también, el tema universidad no debe de tener el sello de “gestión de autoridades” sino de empoderamiento institucional; por lo que, la construcción del nuevo concepto sería, “yo soy de la Universidad…” y es el mercado, quien lo va a identificar y requerir. Universidad no debe de reducirse a adaptar un local y colocarle un letrero en la fachada o generar carreras que solo requieren docente, alumnos y pizarra, ella, es mucho más y merece nuestra crítica y atención debida.
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