Se está volviendo reiterado el planteamiento de cómo el norte del país, está en un esquema de crecimiento que le posibilita buenas entradas hacia su desarrollo; mientras, aquí en el sur del Perú, estamos en un rollo de comparaciones e intolerancias, lo que obviamente no nos permite dedicar esfuerzos y tiempo para generar estrategias de un crecimiento sostenible y nos conduzca a mejores posibilidades; estamos en el trance de que nos damos cuenta de lo flaco que somos cuando miramos al gordo y de lo lento que estamos cuando los vemos correr.
Este imaginario escenario de la macro sur nos cautiva a los que creemos en estrategias integradas y articuladas y que estas vayan marcando una ruta que tenga en sí componentes funcionales, vocación a desarrollos sinérgicos, sintonía adecuada, óptimas capacidades, tener claro los roles tanto de la gestión pública como de lo privado, procurando que no caigan en la tentación de las vías diferentes, sino siendo parte de esta autopista, y que, la sociedad civil, tenga un status no de complemento si no de compartir responsabilidades.
Una buena disculpa para comenzar alguna vez, es justamente la vía interoceánica (también le dicen trans oceánica); allá, en el siglo XIX, fue el ferrocarril quien posibilitó articular al sur y rápidamente pasar fases de crecimiento. Hoy estamos cerca a la inauguración de esta vía que va a permitir a Brasil, tener más cerca mercados asiáticos y a nosotros permitir, aparte de dar un corredor a los brasileños, acercarnos más y mejor. Los inicios-destinos, como son el puerto de Marcona en Ica, Matarani en Arequipa e Ilo en Moquegua, definitivamente van a cambiar nuestro mapa económico, productivo, servicios, y social.
Muchas veces damos importancia y prioridad a temas y casos tan domésticos que perdemos perspectiva de escenario; los retos, potencialidades y posibilidades reales nos están tocando la puerta cada vez con más insistencia. Veamos al componente turismo en la macro sur que está bien marcado, tenemos desde la frontera con Brasil: las reservas del Manú y Tambopata, Puerto Maldonado, Cuzco y sus entornos, Puno y sus entornos, Arequipa y su Valle del Colca, a esto tendríamos que agregar la ruta de Moquegua a Tacna y Chile y la que va por Cuzco-Abancay a Nazca-Ica. Este turismo es de naturaleza, aventura, arqueológico, histórico, folklórico, gastronómico; es diverso en su demanda y en oferta también; cierto que tenemos que reconocer que nos falta trabajo en calidad, infraestructura y equipamiento, pero cada vez vamos profesionalizando más el servicio. El turismo es un buen articulador de este imaginario macro sur.
Así como hemos utilizado como referente al turismo como actividad económica, la lógica juega también con los otros sectores. Vamos a eternamente ser productores de materias primas con vocación de exportación (primario-exportadores), vamos siempre a tener una agricultura que tenemos que consumirla ya porque no dura, una industria abocada más bienes de consumo no duraderos, porque los otros se importan; un sector terciario, donde los servicios, comercio se presentan como una alternativa ocupacional inmediata porque no exige mucho requisito de formación y capacidad. Creo que no.
En este imaginario macro sur tenemos que mejorar la formación de nuestro capital humano, desarrollar capacidades tecnológicas y científicas, generar valor agregado a nuestras materias primas, etc. Todos los integrantes de la macro sur desarrollarán lo que mejor tienen y hacen y en lo que nos toca a Arequipa, empecemos definiendo nuestro rol, determinar nuestras marcas como región; en lo productivo, económico, servicios y formación.
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