lunes, 21 de marzo de 2011

UN I.G.V. ELECTORAL

El impuesto general a las ventas - IGV,  ha puesto en boca de candidatos un debate sobre  el beneficio o no de su reducción.   La propuesta ha nacido desde el gobierno y según el buen entender y  estilos conocidos, estamos  hablando  de un IGV electoral;  la pregunta es,  como  llevar un tema de orden técnico-tributario  a escenarios políticos y sobre todo en coyuntura electoral,  veamos un poco  de que se trata.
Los argumentos que ha usado el Presidente García refieren a que, esta reducción busca fomentar el consumo de  los peruanos;   hay un momento en que hay que dejar que la población comience a disfrutar  de su esfuerzo y crecimiento;  al bajar el IGV, abaratamos el costo de producción, nuestros productos son más fáciles  de   entrar a todos los mercados abiertos, gracias a los tratados de libre comercio;  el IGV debe  de continuar reduciéndose, mientras se aumenten otro tipo de impuestos más progresivos, que afecten más a los peruanos con más medios económicos. Los candidatos  Castañeda, Fujimori  y PPK, están de acuerdo con  la reducción, siempre y cuando se mantenga  los equilibrios fiscales. Para Alejandro Toledo, es dejar una bomba de tiempo;  y Humala manifiesta  su preocupación por el hecho que un gobierno de salida proponga reducir el IGV, pero no plantee aumentar los salarios.
Hagamos el intento de entender la naturaleza de un tributo, su intención, afectación y beneficio para la recaudación de un país. Las fuentes de recaudación de países desarrollados  marcan en promedio,  un 5%  del PBI  para los impuestos sobre bienes y servicios, mientras que países como los nuestros  este representa el 9% del PBI;  en lo que se refiere el impuesto a la renta,  los desarrollados recaudan un 6% del PBI y  los nuestros el 11%. El impuesto a las importaciones, que grava  las  compras del exterior, tiene que ver mucho con políticas arancelarias y hoy  sobre todo con tratados de libre comercio,  su incidencia es siempre importante;  un buen ejemplo es la importación de vehículos, tanto nuevos como usados, al país han ingresado cientos de miles; ARAPER  señala que en  el 2010 se vendieron cerca de 120  mil vehículos  nuevos, basta multiplicar el valor del vehículo por el impuesto. Hay también tributos referidos a la seguridad social que tienen  buena recaudación y  su participación en el PBI  es importante,  su operatividad se traduce en instituciones como  ESSALUD, ONPE  y  fondos  direccionados a  las AFP;  al  respecto,  es bueno anotar  que  nuestros  regímenes pensionables   han mejorado  en términos  de cubrir mejor la fase cesante y jubilación del sector trabajo aportante; de la misma manera encontramos la relación respecto a la atención de salud; ambos  reflejan  lo poco e insuficiente  del  sistema,  pero  son situaciones   evidentes  de  beneficiarios  de este tipo de  recaudación.
Otro concepto importante en el manejo de la política fiscal es el de la presión tributaria; el año 2009 esta fue del orden del 13.8% del  PBI y el 2010 culminó con un 14.9%, es  indudable que  esta reducción del IGV  reduciría esta presión, valga la redundancia. Nuestra historia económica  incide frecuentemente en reformas tributarias y siempre pensando  en la posibilidad de incrementar  el  indicador de PT, que no es más que la intensidad o carga de cómo se grava a los contribuyentes a través de la imposición de tributos. El problema histórico nuestro es que recaudamos poco, porque mantenemos altos índices de informalidad y evasión; países desarrollados tienen  PT con participaciones del 35% del PBI, la CEPAL indica que el promedio en América Latina  es del 17.5%; el caso nuestro es que tenemos tendencias a la baja y no a  la suba, pero  ojo,  eso  responde a otra naturaleza y dinámica económica.
El tiempo va demostrando que los tributos hay que hacerlos más eficientes en su cometido, unos son  genéricos y planos y otros son selectivos. El gobierno central tiene para sí  al  IGV, el  impuesto selectivo al consumo-ISC,  los derechos arancelarios y el impuesto a la renta-IR; los gobiernos locales se manejan con  el impuesto predial,  la  alcabala y al patrimonio vehicular. Entendiendo mejor sus objetivos tenemos que  el  IR,  grava  las rentas que provengan del  capital, del  trabajo y de ambos  factores, el IGV, es  el  impuesto al  valor  agregado y el  ISC, es el tributo a un  consumo  específico.  El  IR   y el  IGV,   son las contribuciones de mayor impacto  en la  presión tributaria.
En el plano de las interpretaciones  referidos  a  este tema, encontramos conceptos  como;  se gana o se pierde, alguien se beneficia y otros no, como está la  equidad, es para todos por igual o hay que ser selectivos. Son expresiones  que vienen de los  ciudadanos, trabajadores, empresas y Estado y se pretende llevar esta problemática al  escenario de  los legisladores; son conceptos que fácilmente pueden politizarse, dependiendo de su situación, lo cierto es que nunca  se logra  consenso, porque nuestra  composición  socio-económica  es de lo más diversa y compleja. Usando un sentido común, vemos que  si se  tributa, el contribuyente con justicia le reclama al Estado, y es el Estado  quien maneja  el retorno con  servicios, infraestructura, coberturas,  empleo, calidad de vida, etc., que es para todos, aunque todos no lo contribuyan.  El Estado  hace toda una estructura normativa para la economía formal y de otro lado, el mundo de la informalidad juega su propio partido usufructuando a conveniencia de parte este escenario. Nuestro histórico “pepe el vivo” lo encontramos en el Estado, empresa,  en el trabajo, tanto del lado  formal como  el informal; reclamamos servicios al Estado, pero a la hora de emitir una boleta o factura no lo hacemos. Nuestras  históricas instituciones recaudadoras han construido normas más en la penalidad y sanción que en la persuasión y bonificación, además de  débiles  estrategias de incorporación formal;   finalmente, el  pagar a tiempo y estar al día, es cosa de locos dicen los vivos, en fin.
Una economía con bajo poder adquisitivo no recauda mucho, una economía con buen peso informal, tampoco recauda mucho; pasar de pocas transacciones al contado,  a las de crédito que van creciendo,  no es una buena lectura de mejora de capacidades adquisitivas. El tema del IGV es parte de un problema estructural en nuestro país, que no soluciona necesariamente con estrategias coyunturales. La calificación de país tiene que ver mucho, somos productores, incidamos en ello; somos consumidores es la otra posibilidad, formas mixtas valen también. Pasar de productores primarios, con tributos tipo canon a productos transformados, con incorporación de valores agregados, compete otro tributo; tener como destino al mercado interno o llevarlo a la exportación casi todo, tiene otra grabación. Finalmente hay que desechar los criterios planos, los promedios, reconozcamos nuestra realidad, nuestro entorno y el mundo en que vivimos y hagamos políticas de incorporación y de   mejor distribución.




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