El impuesto general a las ventas - IGV, ha puesto en boca de candidatos un debate sobre el beneficio o no de su reducción. La propuesta ha nacido desde el gobierno y según el buen entender y estilos conocidos, estamos hablando de un IGV electoral; la pregunta es, como llevar un tema de orden técnico-tributario a escenarios políticos y sobre todo en coyuntura electoral, veamos un poco de que se trata.
Los argumentos que ha usado el Presidente García refieren a que, esta reducción busca fomentar el consumo de los peruanos; hay un momento en que hay que dejar que la población comience a disfrutar de su esfuerzo y crecimiento; al bajar el IGV, abaratamos el costo de producción, nuestros productos son más fáciles de entrar a todos los mercados abiertos, gracias a los tratados de libre comercio; el IGV debe de continuar reduciéndose, mientras se aumenten otro tipo de impuestos más progresivos, que afecten más a los peruanos con más medios económicos. Los candidatos Castañeda, Fujimori y PPK, están de acuerdo con la reducción, siempre y cuando se mantenga los equilibrios fiscales. Para Alejandro Toledo, es dejar una bomba de tiempo; y Humala manifiesta su preocupación por el hecho que un gobierno de salida proponga reducir el IGV, pero no plantee aumentar los salarios.
Hagamos el intento de entender la naturaleza de un tributo, su intención, afectación y beneficio para la recaudación de un país. Las fuentes de recaudación de países desarrollados marcan en promedio, un 5% del PBI para los impuestos sobre bienes y servicios, mientras que países como los nuestros este representa el 9% del PBI; en lo que se refiere el impuesto a la renta, los desarrollados recaudan un 6% del PBI y los nuestros el 11%. El impuesto a las importaciones, que grava las compras del exterior, tiene que ver mucho con políticas arancelarias y hoy sobre todo con tratados de libre comercio, su incidencia es siempre importante; un buen ejemplo es la importación de vehículos, tanto nuevos como usados, al país han ingresado cientos de miles; ARAPER señala que en el 2010 se vendieron cerca de 120 mil vehículos nuevos, basta multiplicar el valor del vehículo por el impuesto. Hay también tributos referidos a la seguridad social que tienen buena recaudación y su participación en el PBI es importante, su operatividad se traduce en instituciones como ESSALUD, ONPE y fondos direccionados a las AFP; al respecto, es bueno anotar que nuestros regímenes pensionables han mejorado en términos de cubrir mejor la fase cesante y jubilación del sector trabajo aportante; de la misma manera encontramos la relación respecto a la atención de salud; ambos reflejan lo poco e insuficiente del sistema, pero son situaciones evidentes de beneficiarios de este tipo de recaudación.
Otro concepto importante en el manejo de la política fiscal es el de la presión tributaria; el año 2009 esta fue del orden del 13.8% del PBI y el 2010 culminó con un 14.9%, es indudable que esta reducción del IGV reduciría esta presión, valga la redundancia. Nuestra historia económica incide frecuentemente en reformas tributarias y siempre pensando en la posibilidad de incrementar el indicador de PT, que no es más que la intensidad o carga de cómo se grava a los contribuyentes a través de la imposición de tributos. El problema histórico nuestro es que recaudamos poco, porque mantenemos altos índices de informalidad y evasión; países desarrollados tienen PT con participaciones del 35% del PBI, la CEPAL indica que el promedio en América Latina es del 17.5%; el caso nuestro es que tenemos tendencias a la baja y no a la suba, pero ojo, eso responde a otra naturaleza y dinámica económica.
El tiempo va demostrando que los tributos hay que hacerlos más eficientes en su cometido, unos son genéricos y planos y otros son selectivos. El gobierno central tiene para sí al IGV, el impuesto selectivo al consumo-ISC, los derechos arancelarios y el impuesto a la renta-IR; los gobiernos locales se manejan con el impuesto predial, la alcabala y al patrimonio vehicular. Entendiendo mejor sus objetivos tenemos que el IR, grava las rentas que provengan del capital, del trabajo y de ambos factores, el IGV, es el impuesto al valor agregado y el ISC, es el tributo a un consumo específico. El IR y el IGV, son las contribuciones de mayor impacto en la presión tributaria.
En el plano de las interpretaciones referidos a este tema, encontramos conceptos como; se gana o se pierde, alguien se beneficia y otros no, como está la equidad, es para todos por igual o hay que ser selectivos. Son expresiones que vienen de los ciudadanos, trabajadores, empresas y Estado y se pretende llevar esta problemática al escenario de los legisladores; son conceptos que fácilmente pueden politizarse, dependiendo de su situación, lo cierto es que nunca se logra consenso, porque nuestra composición socio-económica es de lo más diversa y compleja. Usando un sentido común, vemos que si se tributa, el contribuyente con justicia le reclama al Estado, y es el Estado quien maneja el retorno con servicios, infraestructura, coberturas, empleo, calidad de vida, etc., que es para todos, aunque todos no lo contribuyan. El Estado hace toda una estructura normativa para la economía formal y de otro lado, el mundo de la informalidad juega su propio partido usufructuando a conveniencia de parte este escenario. Nuestro histórico “pepe el vivo” lo encontramos en el Estado, empresa, en el trabajo, tanto del lado formal como el informal; reclamamos servicios al Estado, pero a la hora de emitir una boleta o factura no lo hacemos. Nuestras históricas instituciones recaudadoras han construido normas más en la penalidad y sanción que en la persuasión y bonificación, además de débiles estrategias de incorporación formal; finalmente, el pagar a tiempo y estar al día, es cosa de locos dicen los vivos, en fin.
Una economía con bajo poder adquisitivo no recauda mucho, una economía con buen peso informal, tampoco recauda mucho; pasar de pocas transacciones al contado, a las de crédito que van creciendo, no es una buena lectura de mejora de capacidades adquisitivas. El tema del IGV es parte de un problema estructural en nuestro país, que no soluciona necesariamente con estrategias coyunturales. La calificación de país tiene que ver mucho, somos productores, incidamos en ello; somos consumidores es la otra posibilidad, formas mixtas valen también. Pasar de productores primarios, con tributos tipo canon a productos transformados, con incorporación de valores agregados, compete otro tributo; tener como destino al mercado interno o llevarlo a la exportación casi todo, tiene otra grabación. Finalmente hay que desechar los criterios planos, los promedios, reconozcamos nuestra realidad, nuestro entorno y el mundo en que vivimos y hagamos políticas de incorporación y de mejor distribución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario