En las pampas de majes, se trató de habilitar 56,000 hectáreas en la primera etapa para lo cual se invirtieron arriba de mil millones de dólares; pero, gran parte terminó siendo un establo de la empresa de la leche y derivados, error y defecto de una estrategia y planteamiento. Hay 38 mil hectáreas que están del otro lado del rio que quieren incorporar para la producción; si se dejan como están no pasa nada, si se quiere hacerlas producir, hay que llevar el agua hasta allí, precisamente el agua no está a la vuelta de la esquina ni menos ha de pasar por pisos ecológicos alfombrados. El proyecto implica desarrollar agricultura con complementos y agregados, además de tener la posibilidad de generar energía, creyera que el costo-beneficio apunta más a lo segundo, pero, observamos dificultades por el uso del recurso, entiéndase desde la captación, represamiento y derivación.
Es indudable que semejante inversión, no tendría que darse en uso para hacer una agricultura tradicional. Tener allí yuntas o chaquitaclla para cosechar productos de consumo humano y masivo, no va; y digo humano, porque la alfalfa es para que se alimenten las vacas. Por lo tanto, sobre la base de la inversión, hay que hacer toda una infraestructura de represamiento, canales, sedimentadores, vasos reguladores, centrales hidroeléctricas, etc. Pensando que ya no se regala las cosas, darlo por sorteo, regalo o a un fondo perdido no tiene sentido; todo el proyecto tiene un costo; y este debe de estar en posibilidades de ser pagado, ya sea por formato individual, empresarial o asociativo. La estrategia del proyecto es que su desarrollo sea sostenible y no flor de un día, comprar para duraznos y terminar en alfalfa o comprometerse a pagar cuotas y luego declararse quebrados, son historias que no debieran de repetirse.
Si todo indica que por su costo e inversión no va para tecnología tradicional, y en términos de productos no debe de ser para papas o alfalfa; tendría que tener una cartera de productos rentables en su venta, entonces tendrían que ajustarse a un modelo agro exportador; lo cual no implica que no se venda en el mercado interno. Si esa es la determinación, las pampas de Majes-Siguas, necesitan usar tecnología acorde con la inversión; por lo que, no todos los productos son rentables y allí la cartera está definida por la tecnología y mercados, para las 38 mil hectáreas que se van a ir dando paulatinamente. En esa lógica, se necesita 2 trabajadores por hectárea, ósea, 76 mil puestos de trabajo cuando se llegue al 100 por ciento; y sobre la generación de empleo, una es la mano de obra para la construcción, que va de cero a cuatro años y otra es la mano de obra para producción, que va del cuatro a seis u ocho. Recordemos que a Majes-Siguas I etapa, le faltan todavía habilitar cerca de 8 mil hectáreas y ya cuantos años han pasado desde su inicio.
El tema de Majes-Siguas I y II etapa, que viene desde Velasco y desde hace poco; en realidad viene propuesto desde el año 1955, junto con la irrigación la Joya; el proyecto no tiene nada de reciente. Majes-Siguas II, no puede renunciar a su ejecución, en primer lugar, costó más de mil y la segunda etapa, obviamente, cuesta mucho menos, en razón de tener infraestructura y solo basta complementarla, posibilitando también aumentar la generación de energía. Esta energía es más rentable en el tiempo que las papas o alfalfa; más no necesariamente de espárragos o mangos. Debe de entenderse que el módulo de 200 hectáreas propuesto, es un requisito de sostenibilidad y sustentabilidad y en esa lógica el formato es el empresarial privado.
Majes-Siguas II aparece como la manzana de la discordia, ser un proyecto integral pasa hoy por lecturas técnicas, productivas, económicas, sociales, políticas, legales, judiciales, estratégicas, electorales, etc., creo que no le va para tanto, en fin, que más le puede suceder. Este es un tema que compete y compromete al desarrollo de la región Arequipa porque articula e integra con otros sectores que contribuyen a modelar infraestructura y equipamiento de futuros ejes de desarrollo.
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