lunes, 21 de marzo de 2011

LA REGION AREQUIPA EN EL 2014


El Presidente García  marcó  una pauta y es el Perú  del 2021; una meta más electorera que prospección  para el desarrollo; en  fin, sea  corto, mediano o largo plazo, lo importante es  tener un horizonte  temporal  sobre el cual caminemos sostenidamente y  hacer de nuestros imaginarios,  realidades.
Las inversiones han sido la estrategia del   anterior y actual  gobierno, que  ha  significado un esfuerzo por  vender  una  buena  imagen del Perú en el exterior. Una estrategia de esta naturaleza implica adecuar escenarios para su cristalización, como por ejemplo: seguridad jurídica, tributaria, laboral, una economía de fácil  sinergia y sin  poderíos monopólicos.  Un Estado que en sus diferentes  instancias sea un componente proactivo, una sociedad civil acomodada a retos de crecimiento y desarrollo  y una población que  entienda que los procesos pueden tener resultados  beneficiosos  para  todos, sabiendo  que arrastramos un déficit  histórico de satisfacción de necesidades.
En las últimas décadas  hemos  sido testigos de varios modelos y estilos de crecimiento que apuntaban a desarrollar un país de otro nivel; tuvimos  inversiones sobre la base de un modelo sustitutivo, que quedo en el tiempo desfasado por no tener claro las consecuencias de un estilo productivo basado en el ensamblaje,  luego nos ilusionamos con la sustitución de exportaciones, queríamos rápidamente dejar de ser primario exportadores. Quizás no pensar claramente en valores agregados a nuestras materias  primas,  demoró nuestra entrada  a mercados exigentes.
El escenario neo liberal nos planteó otros retos,  que tenían que ser combinados con ajustes estructurales de la economía;  producto de recesión, inflación y  crisis en América Latina,  el  reto de la estabilidad estaba  planteado  como mandato y había que  ajustarse  a ello.  Aparecen  indicadores  que  tenían que  hacerse, como  tener ventajas comparativas y ventajas competitivas, como generar mejores productividades sobre la base de innovaciones  tecnológicas  en los procesos  productivos. En realidad se ha hecho  un  buen esfuerzo en la mejora de nuestros activos  productivos, mejorado  redes  y obligadamente tener una  gerencia acorde con las  circunstancias.
Pero todo el esquema responde a la estrategia del mercado externo como destino de nuestra producción, con más o menos valor agregado. Lo que no se tuvo claro era como mejorar las condiciones de nuestro mercado interno, como elevar su  poder adquisitivo para  que también sea destino de consumo;  en realidad, somos  un mercado interno “pobre” que en el tiempo,  poco a  poco ha  ido incorporando consumos  que antes no estaban priorizados.
Haciendo una evaluación por sectores de nuestra economía tenemos: en  el  primario;  la minería  es el  componente más importante en  generación de ingresos  al  fisco, por  varias vías,  sus compras nacionales no guardan relación con la importación de activos productivos y el  grado de desarrollo tecnológico de una producción muy competitiva, usa escasa mano de obra. Hay otro sector de explotación de corte informal que usa mano de obra intensiva, pero en condiciones de mucha explotación, además de ser destructivos y depredadores del medio ambiente.
La pesca no ha generado expectativas  de crecimiento y desarrollo del sector; tenemos una visión muy artesanal en su manejo y no se ha   posibilitado la incorporación del producto marino a nuestras dietas en porcentajes mayores;  lo poco que se explota no preserva ni conserva nuestra riqueza marina.  La pesca  es un sector  con excelentes oportunidades, en donde sus componentes deben de tener claro  que su explotación racional, tanto para un mercando  interno como  para la exportación es el eje de su estrategia;  agregando  que, nuestros  productos marinos  tienen un calificativo gourmet en las mejores cartas gastronómicas del mundo. De otro lado, la inversión en fábricas harineras entró  en escena cuestionada por sus malas prácticas; y es allí donde debemos   enfatizar  tomando en cuenta  inversiones productivas, generadoras de posibilidades y “limpias”.
La agricultura, una actividad que va de la mano con nuestra historia, hasta hoy no logra tener un estándar de poderío que la sitúe como un sector importante de nuestra economía, salvó excepciones que confirman la regla. Temas de uso de mano de obra, tecnología, infraestructura, mercados, precios, inestabilidad social, objetos y sujetos políticos, etc., son una constante.  En  una lectura crítica de su situación, tenemos formas  tradicionales, intermedias y desarrolladas,  hemos generado un discurso de una agricultura que debe  tener  la denominación   de agro exportación;  de otro lado, el Estado invierte recursos en infraestructura para  tal propósito, pero los componentes están aislados y no dan una  lectura de articulación.  La  agricultura para el caso nuestro, combina  bien con la generación de energía, por los  sistemas de represamiento del agua y canales, pero  esta agricultura  tiene  un tema sensible,  que es  el stress  hídrico que estamos  evidenciando;  todos  estos conceptos  deben de tener sentido en el propósito de hacer de la agricultura, no por sus procesos, sino por sus productos; un sector de mucha inversión, no necesariamente en escalas minifundistas ni exageradamente latifundistas sino, en modelos  productivos donde tecnología y mano de obra, no se disputen espacios, recursos,  infraestructura y capacidades, sino que sean componentes de inversiones de buen fruto.
 Los otros componentes del sector primario, como gas y petróleo, no está en nuestro alcance su manejo y explotación, pero si somos obligados pasos y/o depósitos. No olvidando que en el sur del Perú, tenemos a Marcona, Matarani e Ilo como, origen-destino de la vía interoceánica y otras vías, que  muy bien en sus entornos se puede generar plataformas logísticas de manejo múltiple.
Nuestro sector secundario tiene componentes como, industria, construcción y electricidad, en donde sus dinámicas no han ido todas de la mano. El de mayor crecimiento  obviamente es  la  construcción, todo por un boom que viene desde el Estado, por el gasto público y del sector privado, con inversiones inmobiliarias, comerciales,  servicios e infraestructura; su crecimiento lidera la estadística. La electricidad crece por consumos, pero no encontramos nuevas fuentes para mayores consumos, pensando en mayores inversiones. La generación de energía  debe de evaluarse desde la perspectiva de la matriz energética que necesitamos para afrontar consumos futuros de uso, domestico, industrial, minero, vehicular. Nuestro sector industrial  quedó congelado en  gran medida,  salvo  algunas  líneas que por necesidades de mercado tuvieron que adecuarse;  algunas  industrias tradicionales nuestras modernizaron sus procesos y elevaron sus productividades, sus escalas todavía no alcanzan demandas importantes, pero se incorporaron a la modernidad;  además,  no se ha vuelto  a  generar  posibilidades de un  parque  industrial que devino en otro uso, este sigue siendo un  espacio de posibilidades.  La estrategia de adecuarse a modelos impuestos por  decisiones de políticas gubernamentales, generó migración de capitales; no fueron estrategias por  iniciativas gremiales, corporativas; tenemos los casos de ley de parques industriales, industrias de fronteras, zonas francas, liberaciones arancelarias, etc.  Nuestra  industria  priorizada sobre la base de mercados debe de tener  retos  sostenibles y  sustentables, sobre la base del mercado interno, externo, TLC, mercados  sub regionales; estos escenarios competitivos  demandan calidades  y productividades  donde el  bajo  costo sea compatible con calidad de producto. La CCIA tiene un reto histórico respecto de uno de sus componentes, la industria.
El sector terciario, tiene la batuta del sector más dinámico de nuestra economía; las tendencias de América latina dan cuenta de una tercerización de nuestra economía,  basado en indicadores sobre todo de, inversiones menores, uso intensivo de mano  de obra y tecnología de los servicios. Comercio, servicios y sobre todo turismo le han dado esa lectura;   mucho de este sector estaba en los linderos de la informalidad que por decisiones de Estado y mercado se han ido incorporando; han crecido los servicios bancarios y financieros, el transporte es un componente que no logra incorporarse plenamente a  formas empresariales, legales.  Aquí  hay  mucho trabajo por hacer en temas de direccionalidad  de inversiones,  mejorando su costo-beneficio.
El escenario de las inversiones tiene que tener  seguridades, infraestructura, equipamiento, capacidades, impactos minimizados y controlados, responsabilidad social; debemos de Internalizar inversión, crecimiento, desarrollo, responsabilidad, aporte, compromiso, beneficio, etc., es una tarea de todos los que creemos en el progreso,  con miras a mejorar nuestras condiciones y calidades de vida.

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