domingo, 21 de abril de 2013

SOPA DE LETRAS

Lo de sopa de letras, tiene que ver con temas de culinaria y gastronomía,  letras metidas en la sopa;  las letras  escritas, tiene que ver con lingüistas, literatos y escribidores, hay otros  que hacen el oficio de las letras referido a temas de hombre, cultura y culinaria, desde  una  perspectiva,  histórica, antropológica y sociológica;  lo de recetarios,  dietas y demás yerbas, viene de  los nutricionistas.  Los chefs, mejor llamados  cocineros,  son  los  que tienen que  ver con  el  arte de la culinaria y gastronomía, traducido, el buen comer; son especialistas y encargados de provocar nuestra presencia  ante:  el médico endocrinólogo,  nutricionista,  odontólogo,  cirujano plástico,  psicoanalista,  cosmetóloga,  aeróbicos,  y cuanto  “especialista”  hay,  respecto  de querer estar  en forma, ósea, bien “fashion”.
La  sopa  está  para degustarla y las letras para saber y entretener; como degustar un libro y a la vez  entretenerse y culturizarse  con una  sopa;  depende del hambre y ansiedad,  también, del deseo  y  necesidad  de informarse. Podemos informarnos  o no, es nuestra cercanía o lejanía de un mundo civilizado y globalizado; pero  podemos dejar de saciar nuestra hambre. Las letras son importantes,  dan  prestigio, status, posicionamiento. La sopa,  da vida, fuerza,  energía,  capacidad, que por cierto, permite hacer, letras y más letras.
Un  trabajador de las  letras  puede ser formado y algunas  veces es autodidacta, un trabajador de la alquimia culinaria, viene  de fuerza, formado para hacer de la sopa un componente vital de nuestra condición humana. La referencia a la sopa de letras, no tiene otro sentido de llamar la atención de un presunto intercambio de pareceres entre un  escritor, literato,  critico, analista literario, cronista, ensayista, etc.; y un, emprendedor-cocinero-empresario  y  referente de una “Cocina Peruana”, hoy por hoy, puesta y degustada  en los salones de la fama  del mundo; propuesta  gourmet  de una culinaria que da cuenta de siglos de presencia, sola y acompañada, hoy  la tenemos fusionada,  no por dominación, sino producto de “mezclas magistrales”, hecho que necesariamente no se da, ni vemos en el mundo de las letras, cuyo concepto clave sería, “influencia”.
Los pareceres tienen desencuentros respecto de opiniones; un escritor  hablando de  los efectos de la sopa, y un especialista del gusto culinario, propuesto como jurado en un concurso literario, ósea, letras.  El conocedor  de  letras  no sería pecador, sino sabe hacer una sopa, o el reconocido cocinero,  no sería condenado, si no hace un poema. Lo genial sería  que al escritor  le salga bien una timpuska,  y al cocinero,  ser un jurado de letras,  de nivel.
En términos de “caer bien”, algunas sopas son “pesadas” y caen mal, hay que bajarlas con un poco de anís, de igual modo hay letras, que por más de darle y darle,  no  entran, son más pesados que leer en braille el diccionario de melcochita. Si de comidas y letras se trata, los hay  ricas,  sabrosas  y  geniales. El único reclamo por hacer respecto de este intercambio de pareceres, es el ruido alrededor  del  tema sopa y el tema letras. La sopa de letras es tan buena  y necesaria, como sopa y como letras.

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