El escenario del siglo XXI, plantea a lo social como la estrategia obligada a ser concebida y gestionada, luego de los intentos trazados desde la política y la economía. El sistema con sus modelos económicos, marcó ciclos inestables; y es en lo social, donde la insatisfacción de necesidades crecía, teniendo una lectura de embalse cada vez más evidente expresada en pobreza, evidenciada no solamente en cifras, sino en rostros y calidad de vida. La estrategia de lo social obligó una agenda de gestión gubernamental en calidad de prioritario, para lo cual, necesita de lo económico para legitimar lo político, consolidando así la estratégica referida a, consensuar lo social, lo económico y lo político.
Hoy en día, a algunos eternos opositores, les cuesta trabajo entender que son oficialistas. En nuestra política, muchos apelan a la gobernabilidad, de la cual, poco saben y practican. En nuestro escenario político, una cosa es Ollanta Humala y entorno, otra el legislativo (oficialista y socios), otra gana Perú y otra los nacionalistas; poco o nada tienen de indicios e indicadores de visiones compartidas; en los poderes del Estado, una cosa es el ejecutivo y otra el legislativo, la ausencia de cuadros les obliga a tomar prestados a técnicos y políticos de otras tiendas y opciones, con los riegos que supone la necesaria estrategia.
En nuestra historia republicana, el balance, tiene más de formas golpistas que de elecciones democráticas, todavía nos cuesta entender los usos y abusos de la democracia; la intolerancia, la diversidad, tanto económica, social como cultural, no nos permite todavía ser Nación, la identidad nacional todavía sigue ausente, por ejemplo. Hoy tenemos de gobernantes, a nuevos actores políticos que pertenecen a movimientos locales y regionales; por ello, nuestros últimos presidentes, son producto de nuevos movimientos y nuevos partidos, salvo el Apra. A nuestra política, le ha sucedido todo lo imaginable, nada nos es extraño, la hemos tenido de la oficial y también de la informal.
La política, el arte de gobernar, es operada por políticos, llamados, clase política, o sea, gobernantes. Nuestra intolerancia, a pesar de sus prédicas y prácticas, se evidencia cuando aparecen en el escenario político, los llamados politiqueros, pertenecientes a una especie llamada, politiquería; que por más que traten de hacer política, terminamos expectando a politiqueros, fungiendo de políticos, que muchas veces siendo Estado, luchan en contra del Estado.
El triunfo de Ollanta Humala, obedece entre otros conceptos a haber dirigido su discurso a los que no tuvieron el beneficio del crecimiento económico, donde la reiteración de la frase “crecimiento con inclusión social”, marco su discurso como candidato y virtual presidente. Entonces, necesitamos que la gestión del presente gobierno genere beneficio abierto y extendido para todos los sectores, garantizando la inclusión y mejor calidad de vida para los peruanos en situación de pobreza y pobreza extrema. Señores políticos se trata pues de hacer política con seriedad, en democracia, con respeto a la ciudadanía, y no de mostrar las escenas repetidas de los politiqueros pragmáticos e improvisados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario