El crecimiento económico marcó a nuestra macroeconomía como un indicador de éxito; temas como inflación, reservas, aumento del PBI, físico y monetario, estabilidad, etc., dieron en los últimos años una imagen positiva de país; razón más que suficiente para generar expectativas, inversiones y negocios en una economía que se ajustaba al modelo hegemónico de este mundo globalizado. El triunfo de Ollanta Humala, obedece a haber dirigido su discurso a los que no tuvieron el beneficio de este crecimiento económico, donde la reiteración de una frase con todos los adornos y quejas, marcó su discurso: crecimiento con inclusión social.
A casi un año de gestión, creo que necesitamos como país, variar rumbos; ya se acabaron los temas electorales, importa mucho el “como” y el tener claro visiones compartidas. Lo público tiene que ver con inversiones en infraestructura, equipamiento, servicios y coberturas; lo privado, con desarrollo en sectores económicos productivos; estas dos opciones tienen que ser compatibles, definiendo roles y estableciendo sinergias consensuadas. Las políticas sociales son prioritarias en el reglón de la pobreza extrema, el mejoramiento de la calidad de vida es urgente; la educación en todos sus niveles debe de ser la estrategia del quinquenio, la salud debe pensarse como preventiva-promocional-inversión para posibilitar el cambio de viejos conceptos de enfermedad-gasto-curación; finalmente; el empleo debe de basarse en capacidades, pensando en tecnología y competitividad. ¿Se está haciendo lo necesario? y ¿cómo?
Tenemos que perder el miedo al valor agregado, necesitamos tecnología, capacidades, capital, mercados, infraestructura, equipamiento, comunicación, articulación e integración. Pero también necesitamos propuestas de promoción e incentivos, para sectores como la pesca, agricultura, industria, comercio, servicios y turismo. Las demandas internas y externas nos han dado pautas de un aumento en el valor agregado por exigencia de consumo. De otro lado, la oferta productiva debe de importar menos capital y fomentar más nuestras capacidades y soportes tecnológicos, se necesita generar mejores condiciones para los sectores indicados, ello ayudará muchísimo a dejar de depender del sector minero e hidrocarburos, que no solo genera importantes recursos, sino además conflictos y poco empleo. Necesitamos pues cambiar la matriz productiva.
Los ingresos extraordinarios derivados a combatir la pobreza y provocar inclusión social, deben de ser pensados en una tributación, donde la presión tenga el equilibrio entre la base y la recaudación, sólo debiera aumentar por mayor consumo formalizado; la renta aumentará su recaudación, porque hay más producción de riqueza generada; el canon, perfilará mejor sus captaciones por explotación y es necesario dedicarle mejor uso. La inclusión debe de ir propiciada desde otra matriz productiva, eso hará sostenible un crecimiento con vocación de desarrollo.
Indudablemente lo señalado, no es el balance a casi un año de gestión, no es su hoja de ruta, no es la propuesta de la gran transformación, solo es, la agenda pendiente, necesaria para una verdadera inclusión.
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