miércoles, 27 de junio de 2012

EL ESTADO QUE QUEREMOS

La realidad peruana se expresa de múltiples formas y se lee desde más de una orilla; sin embargo e independientemente de donde nos ubiquemos, todos tenemos un cierto sinsabor por la actual administración del Estado.
En la planificación, se necesita  construir  líneas  de base,  que permitan identificar  características, necesidades y potencialidades de nuestra realidad, para así, focalizar acciones a la luz de planes de desarrollo articulados y concertados;  en el plano  subjetivo, cultural, arrastramos toda una genética histórica cargada de insatisfacciones, resentimientos y cosmovisiones de amplio espectro, que no queremos leer. La gobernabilidad, entendida como la capacidad de una sociedad para resolver sus conflictos de manera pacífica y dentro de un orden jurídico, existe cada vez menos, las agendas están marcadas por el conflicto, no existen operadores políticos y no se tiene claridad de lo que se quiere; la presencia del Estado desde su expresión central, regional y local, no logra sintonizar esfuerzos y estandarizar capacidades que trabajen visiones compartidas de lo que quisiéramos ser. Así estamos; pero no siempre tenemos que seguir del mismo modo; los cambios en el Estado y la administración del mismo, son una necesidad histórica e impostergable para la  construcción del país.
El proceso histórico del país, en lo político, tuvo una marca autoritaria (Gobierno militar), en lo económico, fueron los roles pendulares del Estado (años ochentas y noventas)  en lo social, la poca presencia (exclusión). El Estado en el plano político quiso ser reformista y empresario; en lo económico, fiel cumplidor de consignas, ajustes y restructuraciones, hoy lo social, se  torna prioritario  y se exigen recursos y capacidades para afirmar la gobernabilidad, generando por primera vez, la posibilidad de sinergias entre lo político y económico para un mejor desarrollo social.
La lectura del país en términos productivos,  debiera dejar paulatinamente las dependencias a la actividad minera. Ser minero-dependientes, no  ayuda a ser sostenible  la alianza político-económico-social; la necesidad de un cambio de matriz  productiva es prioritaria, debemos poner más énfasis en la agricultura, pesca, industria, turismo, comercio y servicios, para generar condiciones más sostenibles,  y así,  llevar a cabo políticas de Estado con recursos renovables (lo económico), con gobernabilidad (fortalecimiento de la sociedad y liderazgo político) y  políticas sociales, eficaces y eficientes, que generen inclusión (lo social).
Requerimos de un Estado que en las competencias y gestión de las mismas, procure que lo político-económico-social, sea internalizado por la clase política, la ciudadanía y la empresa privada;  donde  instrumentos democráticos como presupuestos participativos, licencias sociales y consultas previas, sean el balance y contrapeso del empresariado.
El Estado debe generar confianza, necesitamos creer en él. Para construir país, los monólogos no sirven, el dialogo entre los diferentes actores es imprescindible, los guiones deben legitimarse, el público espera, pero al parecer el director de la obra no quiere dirigir porque no sabe con certeza que es lo que quiere, porque las presiones le vienen de todo lado o porque se le extravió la hoja de ruta, ¿Seguimos esperando señor Humala?

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