Nuestros “maestros formadores”, se instruyen y adquieren conocimientos
para poder así transmitir todo ello a sus educandos. Pero, si
a nuestros “formadores”, no les enseñan “especialistas”, haciendo ellos mismos
esa función; la formación para mejorar
su conocimiento, pedagogía y didáctica, no
sería de lo mejor. Entonces vale la pregunta, ¿cómo
está la formación de
nuestros formadores? Entendiendo que
la mejor manera de llevar a cabo esta tarea es lograr
armonía entre el conocimiento
especializado, la didáctica, pedagogía,
vocación y actitud para poder tener la plena capacidad de ser formadores y
educadores.
Una segunda idea está referida al
componente “trabajo” en la formación, indudablemente parece ser que en la escuela no
lo vamos a encontrar sino, en la Universidad
e Institutos. Antes se creía
que una manera de realización de las personas en el ámbito laboral, tenía
que ser en el área solo profesional, el tiempo demostró que no era del todo cierto. Un
país como el nuestro, en proceso de muchas cosas (entiéndase crecimiento
y desarrollo como dos de tantas),
necesita tener en su fuerza laboral a técnicos
(electricistas, gasfiteros,
mecánicos, pintores, torneros, soldadores, constructores, carpinteros,
etc.) y profesionales que tengan que ver
con tecnología, gestión, servicios, logística, etc.
finalmente la tercera idea, la educación en la
escuela, así como la formación universitaria y técnica, necesitan de mucho valor
agregado y una objetiva
restructuración de los roles y
estatus; lo dicho y mucho más, daría un nuevo derrotero en la
formación; porque dicha formación debería de plantearse por necesidades de mercado y necesidades
estratégicas de crecimiento y desarrollo para el país, sin dejar de lado la
premisa: “formación para la vida, formación para el trabajo”.
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