La educación en el Perú va
teniendo una nueva normativa, todos esperamos que comience a dar frutos para
bien de nuestro país, no por resultados
de gestión, sino por una obligación histórica.
Se empezó con la ley del Profesorado, luego siguieron las Universidades,
hoy estamos ad portas de una nueva ley de los Institutos. Un indicador clave está referido a que “la
oferta no responde a la demanda del sector productivo”. Casi un setenta por
ciento de carreras están vinculadas al sector terciario, muy poco se ha
trabajado requerimientos que tengan que ver con el agro, pesca, industria,
construcción, software, etc. Es probable que la informalidad de algunos
sectores de la economía, indujera a fomentar un crecimiento desmedido de los
servicios. Hoy evidenciamos una tendencia a mejorar nuestro déficit de
infraestructura y equipamiento, también,
una
necesidad de reformular estrategias, visionando un desarrollo económico, productivo y social; en
ese sentido, el Plan Nacional de Diversificación Productiva, busca alinearnos
en esa perspectiva, el crecimiento tiene sus límites.
Hoy en día tenemos cerca de un millón de universitarios y
casi seiscientos mil estudiantes de Institutos y Cetprtos. Es claro darse
cuenta que el mercado reclama más técnicos, por ello necesitamos que lo
académico, la gestión educativa, la capacitación docentes, el equipamiento e
infraestructura, sumado a la revalorización de las carreras técnicas, sean
obligadamente priorizadas. La educación ya no tiene que ser la cenicienta de
los presupuestos y de la política pública; aquí en nuestra región debemos de
tener claro esos propósitos. Arequipa urge de
plataformas de valor agregado y las capacidades son un buen soporte,
esperamos que la educación en su conjunto, contribuya sostenidamente a nuestro
crecimiento y desarrollo.
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