jueves, 25 de diciembre de 2014

MARCANDO LAS DIFERENCIAS.





Un proceso de transferencia supone el recogimiento de información del activo y pasivo de la gestión saliente.  Es posible que el “saliente”,  en el plano exitoso, muestre lo mejor de su  gestión en vitrina; es posible también, que el  “entrante”   agudice su olfato rastreador de  lo que de hecho considera malo o cuestionable.  Al margen de criterios subjetivos y especulativos, el proceso de transferencia tiene lecturas políticas, económicas, sociales, productivas, de relaciones y de imagen.  El proceso constituye un acto de toma de inventario, pero no  evalúa la gestión, en todo caso, debiera de tomarse  en cuenta  objetivos cumplidos y resultados de gestión, en función de sujetos económicos como son, pobladores, ciudadanos, beneficiarios, trabajadores, empresarios y sociedad civil.
Los  procesos  de transferencia  deben de tener  todo un conjunto de indicadores, que no solo sirvan para inventarios  de activos y pasivos. La  línea de  base  de cada  gobierno  marca  la  gestión; en esa perspectiva, poco o nada  se dice de lo que se encuentra, menos lo que se deja; esta  costumbre  va desde el gobierno central,  regional,  hasta  los locales. De otro lado,  de debe  evaluar  por objetivos y  resultados; tenemos  las  promesas  electorales, los  planes de gobierno  y exposiciones públicas, todos  tienen carácter de ser informaciones referentes. El  tema no solo debe de dar  cuenta  del  presupuesto para  hacer “la obra”, sino de verificar  si está  existe,  si es  útil y quienes  lo van  a usar,  para qué,  etc.  Esto último parece  una exageración,  pero, necesitamos  aprender a hacer gestión  pública  no  pensando en la auditoria,  sino en la sonrisa del  niño vacunado, de jóvenes estudiando, de ciudadanos ejerciendo sus derechos, de pobladores viviendo en una ciudad amigable, ….etc.


No hay comentarios:

Publicar un comentario