Los días pasaron inexorablemente
y marcan una meta que en términos electorales,
debe de tener como resultado que
lo que elijamos, responda a lo que se quiere y necesita; Arequipa
tiene pendiente una
lectura múltiple de necesidades históricas insatisfechas, también, sus amplias posibilidades; una vez más insistimos que
este sería un buen momento para
repensar estrategias y visiones, necesitamos
enrumbar a nuestra región en
crecimientos y desarrollos sostenibles.
Un concepto
para los candidatos está referido justamente a crecimiento y desarrollo.
Cuál es la frontera del crecimiento y en
qué momento pensamos en desarrollo. El
crecimiento puede tener la energía de la
cantidad y pretender dar cuenta de la
sumatoria de cosas como expresión de
fortaleza, obras y más obras, cemento y más cemento. El
tiempo resulta un buen indicador, ver y
pensar sólo como presente, nos hace actuar el presente como si fuera un eterno
presente y así perdemos perspectiva; en
esa lógica, hacemos del gasto una rutina
de gestión sin sentido. Pensar en futuro, en cómo moldeamos el crecimiento e invertimos en mejorar nuestras condiciones, capacidades y calidad de vida, es
empezar a creer
en el desarrollo; los dos conceptos no
son contrapuestos, no hay una valla que
marque su frontera, pueden caminar juntos; pero,
una visión clara y compartida, define mejor sus impulsos y sostenibilidad.
Muchas veces el que quiere ser político, pensando en su elección,
genera un discurso sobre el desarrollo y termina haciendo gestión del crecimiento, y si tiene
un poco más de presupuesto se engolosina gastando a diestra y siniestra y si no
lo tiene, se la pasa justificando lo injustificable. Tengo claro el futuro y se
cuál es mi elección.
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