La población de nuestro país marca algunas tendencias, hay indicadores que vale la pena saber, sólo para darnos cuenta de situaciones y decisiones que se tenga que tomar a futuro. Veamos, en educación, sobrarán más carpetas en la primaria que en la secundaría, pero faltarán carpetas en las universidades; en medicina, necesitaremos más geriatras que pediatras, en trabajo, la jornada laboral superará los 40 años, largamente; ya no tenemos a la pirámide, como figura poblacional, cada vez parece ser más un rombo, somos ……..etc.
Necesitamos que nuestras universidades sean acreditadas, para lo cual no basta que solo ostenten el cartel de serlo, sino, necesitan ser ajustarlas a las estrategias, tanto de crecimiento como de desarrollo que el Perú requiere. El país en su conjunto, manifiesta sus requerimientos a través del mercado, por ello, lo que busca, la política laboral, es el pleno empleo, menos sub empleo y mucho menos, desempleo; ese es nuestro escenario, que ha pasado crisis, que hoy crece y busca ser desarrollado.
La universidad en términos de capital humano, está conformado por estudiantes, docentes y administrativos; para el caso de estudiantes, se hace selección de postulantes porque es más la demanda que la oferta instalada y porque el sistema está previsto para que no ingresen todos; la selección se puede hacer desde fuera o desde dentro, es cuestión de costo-beneficio. la infraestructura tiene que ver con su “campus”; para ser acreditada, necesita tener equipamiento, llámese, aulas, talleres, laboratorios, centros de aplicación, bibliotecas, etc.; pensar solo en, aula, pizarra, plumón, carpetas, alumnos y docente; no va de ninguna manera. De otro lado, la universidad debe ejercer funciones de docencia, investigación, promoción, servicios y producción; pretender hacerlo implica tener capacidades, infraestructura, equipamiento, planes, proyectos, estrategias, objetivos, metas; tanto para el trabajo interno, como para un mercado abierto y competitivo. La acreditación universitaria pasa por hacer y tener, ciencia, tecnología, gestión y humanidades. Por ello, para que La universidad pueda ejercer su “responsabilidad social”, necesita mucho y no mínimos, pudiendo así, aportar como un actor importante, en el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
El Estado, no tendría porque avalar un título, la universidad es responsable de origen, más no de destino, que sería el portador; sin embargo, deberíamos de exigirle al Estado, que las autorizaciones de nuevas universidades, pasen, no por tamices mínimos, sino, de lo más exigentes; en ese sentido, las universidades deben tener capacidad para generar recursos propios, no por servicios educativos, solamente, sino por producción y servicios, y lo que resulte de ello, destinarlo con justa razón a formación, investigación y equipamiento. Se necesita construir un nuevo concepto: “yo soy de la Universidad…” y es el mercado, quien lo va a identificar y requerir. Finalmente, Universidad no debe de reducirse a adaptar un local y colocarle un letrero en la fachada o generar carreras que solo requieren docente, alumnos y pizarra, la Universidad es mucho más y merece nuestra crítica, como también, la atención debida.
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