Se cumple el centenario del nacimiento de Teodoro Núñez Ureta; autodidacta, condición que decía de sí mismo, pero, también, formado en ciencias, letras y artes, en la Universidad de San Agustín, donde fue alumno y Docente. “Toto”, forma cariñosa como se le llamaba, da cuenta de testimonios de Arequipa, expresados en dibujos, decía que el arte aparece y no se puede evitar; en su producción resalta
Arequipa, con su Misti, sus colores, el crepúsculo, su gente, paisajes y escenarios, motivo más que suficiente por lo que tanto la pintó. Vivió épocas que fueron bastantes movidas por la política, donde la protesta fue parte de la afirmación de país, y que él, indudablemente, quería contribuir; creía en formas limpias y puras de hacer política y creía que esa debía que ser también, la misión del artista. Le gustaba el humor y lo hacía con dibujos y letras, y es precisamente a través del humor, que los políticos se presentan como inspiración para el mensaje expresado en arte y este ser llevado a interpretaciones y consumos, que identifican coyunturas especiales vividas tanto en nuestra ciudad, como en el país.
No puedo evitar mencionar al artista-pintor-muralista, y el énfasis de muralista consagra su concepción de la vida y su interpretación del mundo. “Toto” demuestra una consecuencia artística porque pintó a su país como era, porque su arte no era receta, no era libro, era espíritu. Decía: cuando se pinta un cuadro, se lo guarda el que tiene dinero en su casa y lo ostenta; en cambio, el mural, tiene la ventaja de ser visto por mucha gente, es tener la satisfacción de pintar algo que todos pueden ver, que puede estar cerca a los demás y entender a los demás; los murales, sus murales, son la síntesis del país, es el amor por lo que ha vivido, amor por lo vivido. Ser muralista no es una etiqueta como solía decir; haber visto a mexicanos de la talla de Siqueiros, Rivera, Orozco, tanto en espacios dedicados a la exposición de arte, como en escenarios a lectura abierta, como los de la Universidad Autónoma, emociona sobremanera, por mi condición de ser Sociólogo y tener cerca lo social, siendo este el escenario inspirador para los artistas mencionados y del mismo “Toto”, allí encontramos lo vivido, el testimonio de consecuencia, no solo de arte, sino el compromiso de querer a la patria y procurar que el hombre en el Perú pueda encontrase.
“Toto” no solo es él, es también su descendencia, donde los oficios de pintores, dibujantes, caricaturistas, orfebres, miniaturistas, escultores, muralistas, escritores, dan cuenta de sus hijos, Alonso, Álvaro, Beatriz, Lucy, Teodoro, como también de sus nietos, familia de artistas referidos por la vena del padre y abuelo.
Sea este un pequeño alcance de alguien que recordarnos en su centenario de nacimiento por gratitud; el merecimiento de elevarlo a la categoría de Arequipeño Ilustre, es no solo por el inventario de lo hecho y dicho, es por necesidad de tener referentes que expresen testimonio de vida y consecuencia por lo vivido. Teodoro Núñez Ureta, es un mural que expresa la síntesis del Perú y el esfuerzo para hacer país.
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