jueves, 3 de julio de 2014

LEY UNIVERSITARIA



Por fin salió. Parecía que era una ley condenada a pasarse de legislatura en legislatura, esperando el momento propicio para ser debatida y aprobada por el legislativo, el camino más tortuoso.  Puede que la insistencia y tozudez del Presidente la Comisión, Daniel Mora, haya favorecido a su parto legislativo, ya lo demostró con la ley Pública Magisterial, contra viento y marea y con un sector tan politizado la sacó, pero hablemos de la ley.
Plantea una exigencia y busca la calidad educativa, exige grados a los Docentes para su trabajo formador, plantea, no para todos, la dedicación exclusiva a la Universidad; la investigación es su caballito de batalla, para lo cual se crea el Vicerrectorado de Investigación, ya no se van a dar Títulos Universitarios como rifas, el voto universal es la novedad, “la democracia entra a la universidad”. Las Universidades privadas responden por su gestión, las nuevas universidades necesariamente tienen que cumplir requisitos básicos, eso de crearla fácilmente, ya no. Las existentes serán revaluadas así como los Docentes. El punto de controversia ha sido la creación de la Superintendencia que esta adscrita al Ministerio de Educación, cuyas atribuciones son: supervisar la calidad educativa, supervisar los recursos y ver la creación de nuevas universidades. El bachillerato automático, fue, y se pone como requisito para los grados el saber un idioma; para terminar, la autonomía sigue, no se preocupen.
Me parece bien tener una Ley Universitaria en estos tiempos, las capacidades son hoy en día, requisitos y componentes importantes en nuestro crecimiento y desarrollo como país. La universidad asume su responsabilidad social y quiere ser actor protagónico. Soy Universitario y quiero ser parte del cambio, la vieja ley ha muerto.



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