Carlos es un amigo contemporáneo,
casi todos los días tomamos café junto con otros amigos. En ese café también hay otros amigos,
que por razones de espacio en la mesa, no todos pueden entrar a sintonizar una
tertulia. Años que hacemos este ejercicio de
conversación y nos gusta porque los temas van al ton y son de lo que
acontece en nuestra siempre dinámica y alterada vida cotidiana.
Carlos lee habitualmente esta
columna, he de reconocer que me ha puesto en jaque respecto de reclamarme un
tema, que a entender de muchos, parece
encontrarse en la “estratósfera”, o sea,
lejos de nuestra realidad, o mejor, lo dice Mana en una de sus canciones; “es más fácil llegar al sol que a tu
corazón”.
Carlos con la edad que tiene, anda
en busca del postulante y/o político ideal; cree que en algún lugar se
encuentra este tipo de espécimen raro. Se resiste a creer que estamos
condenados políticamente a tener resultados electorales, que en cualquiera de
sus instancias, no dice, sino contradice,
cualquier sentido común de nuestra todavía débil y alicaída democracia.
Carlos no pierde la fe, a pesar
de haberle señalado con estadísticas, que la mayoría de presidentes regionales
y alcaldes acaban con más de un juicio y escándalos; cree que merecemos,
nosotros los electores, tener la oportunidad de elegir a alguien que reúna
condiciones y requisitos para pretender ser un político “honesto, transparente,
formado, capaz, creativo, innovador, sensato, tolerante, claro, contundente,
simpático, etc., el etcétera es tan
bueno y necesario como todo lo dicho. Carlos plantea la cruzada, “en busca del
político ideal”; lo dejamos con su locura o lo acompañamos, que dicen ustedes.
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