Temas de infraestructura, equipamiento,
acondicionamiento y paisaje urbano, van de la mano con peatones, vehículos, autoridad municipal,
policías, negocios, ambulantes y demás hierbas;
todos son componentes de un
sistema que está en el parámetro de la planificación y desarrollo urbano.
Una
característica de nuestra ciudad está
referida al sistema de transporte,
prefiero decir simplemente, caos del transporte. Hace
tiempo se sacó
del “centro” a las vías periféricas, líneas que operaban con buses, motivo por el cual los usuarios tuvieron que
caminar un poco más; dicho espacio público vial, luego fue ocupado por “taxis”,
creando situaciones que hoy padecemos negativamente. Luego se fue cambiando de buses a minibuses y
microbuses, los vehículos redujeron sus dimensiones y los taxis también.
Posteriormente, las circunstancias generaron
la idea de peatonalizar el centro y se inició con la calle Mercaderes,
en un diseño para flujo peatonal, nada más; luego por lógica debió seguir, la
calle Santa Catalina para un
flujo turístico, enlazando, San lázaro, Convento Santa Catalina, plaza San
Francisco, plaza de Armas, Catedral y claustros
de la Compañía; el concepto
aquí es, puesta en valor de una zona monumental para uso turístico. Por la lógica expuesta, es de
suponer que los “peatones” tienen que sacar del centro de la ciudad a los
“taxis”; que belleza, pero,
esta “lógica”, puede tener el
riesgo de que los peatones sean abordados, ya no por taxistas ni unidades mayores, sino por “delincuentes”, que son la muestra del otro problema de nuestra ciudad, la inseguridad.
El
respecto al peatón y al usuario, pasa por tener que ser objeto y sujeto de una planificación
urbana que simplemente use el indicador de: ciudad humana y vivible.
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