jueves, 6 de febrero de 2014

MARIO SOTILLO HUMIRE, in memorian


Como Mario decía, soy  español por lo Sotillo e indio por lo Humire; ese mestizaje, en un país mestizo como el nuestro no tiene nada de raro; Lo raro es el mestizo en referencia. Fue un efímero Rector de la Universidad Nacional de San Agustín, pero más que ese cargo, fue un académico de polendas, de esos que hoy podemos decir, una especie en extinción.
Los años son rápidos cuando se vive mucho,  a Mario, le falto vida para decir todo lo que sabía y le faltó tiempo para comprender casi todo; el sentido enciclopedista de su formación lo llevaron a dominios y ejercicios oratorios de lo más sorprendentes, de poco escribir y de mucho hablar, esa era su marca; su oralidad consumió tertulias interminables e incansables, sus oidores, contrincantes, delatores, colegas y discípulos, damos fe de ello.
Sus “tertulias” eran cultas, tranquilamente en una larga jornada  podía llevar la cátedra a escenarios de los más elevados; pasar de los clásicos griegos a los ilustrados del siglo de las luces; un filósofo como Hegel siempre era su referente, según él, abrió camino a reconocidos como Marx o descontentos y nihilistas como Nietzsche; desde su formación como educador, Dewey era un obligado, la polémica la heredó de Unamuno y  el debate de Ortega y Gasset. De los nuestros, Gonzales Prada le puso el hígado a su locuaz lenguaje.
La astronomía fue otro de sus fuertes y debilidades, leer el universo desde su perspectiva era alucinante, para la ciencia era un astrónomo, para nosotros era nuestro astrologo Mario; mil y una anécdota del académico y del buen amigo. Te vamos a extrañar  Mario.


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