Los logros de una gestión gubernamental, visto en cifras y expresado en discursos, generan a propósito, todo un efecto mediático, provocando todo un imaginario que muchas veces no es más que una ilusión económica, social y política. de otro lado, lo no cumplido, desatinos y errores, es medido políticamente a través de ácidos discursos, señalados más para resaltar hechos y circunstancias, que tratan de mostrar un resultado nada bueno o simplemente no esperado. Lo cierto es que, estas formas de ver y analizar gestiones, pasa por no tener y establecer una línea de base que haga evidentes las diferencias de gestión. Esta es una mala costumbre, intencionada por cierto, de no dar cifras de inicio, menos de final, tratando casi siempre de ocultar o resaltar cifras a conveniencia. La información adecuada en el tiempo adecuado, ayuda en la toma de decisiones, tanto en lo económico, social y productivo, en el caso de los electores, nos ayudaría mucho a tomar decisiones de tipo político.
La escala y competencia de las cifras, sus manejos, explicación e interpretación, viene desde el gobierno central, pasa por el regional y termina en los gobiernos locales. Es fácil para estas instancias de gestión, manejar cifras para un discurso, en el entender que, de no tener nada o poco, a decir ya se tiene, aunque sea el inicio de algo o puesta de primera piedra, ya es un logro. Al respecto hay un viejo dicho que dice, que puede perder el esclavo, sus cadenas, que puede ganar, todo; lo poco es mucho, en una larga historia de insatisfacciones. La pobreza nuestra, tiene un indicador más hiriente, que es el de la extrema pobreza, un logró sería superar esta pobreza extrema, pero el siguiente paso sería, superar la pobreza.
El tema de la inclusión social, primero como estrategia de campaña, luego como estrategia de gestión, sale a borbotones, no por cifras, sino por evidencias, producto de discursos que todo lo pintaban de azul, con indicadores de crecimiento sostenido, reservan internacionales con record histórico, crecimiento del PBI, imagen de país, inversiones, etc., pero, realmente nada o poco relacionaba con condiciones de vida de la población. Cierto que esas cifras dan cuenta de una gestión acertada en propósitos macroeconómicos; pero cierto es también, que encontramos a ciudadanos de a pie, a los del día a día, a los sub ocupados y desempleados, a deficitarios de kilocalorías en la ingesta diaria de alimentos, en condiciones poco logradas y mejoradas; allí las cifras, existen pero no se dicen ni resaltan, se crean e inventan logos y estrategias para cada hecho y circunstancia, el chorreo es una de ellas, la plata llegará, otra; hoy tenemos a la inclusión social, como reivindicación de los excluidos, propuesta hecha sobre un discurso de crecimiento tan azul como el cielo, pero que aquí en la tierra tiene un color nada claro todavía.
Pronto el Acuerdo Nacional cumplirá su década de existencia, su presidente exige miembros más representativos y mayor convocatoria social, creo que debemos exigir un acuerdo, al Acuerdo Nacional que debería ser, tener mejor medición, con líneas de base claras y diferenciadas, para así poder pretender saber y lograr objetivamente, la ansiada inclusión social; no solo con crecimiento, sino además con desarrollo.
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