El Santuario Histórico de Machu Picchu, cumple la función de preservar una peculiar flora y fauna, siendo este un magnífico paisaje que se extiende a los bosques circundantes; contribuye además, a la protección de restos arqueológicos que dan cuenta de una arquitectura Inca impresionante. Mucha de la belleza y el encanto que rodea a Machu Picchu, el mayor atractivo turístico del Perú, se debe a su espectacular entorno natural; es una de las Siete Maravillas del Mundo, valor agregado que lo jerarquiza más como patrimonio. Hoy, estamos recordando los cien años de su descubrimiento, ese hecho nos motiva a pensar en los próximos cien años de uso eminentemente turístico; la pregunta obligada es, llegará a celebrar los doscientos años de su descubrimiento.
Es evidente que la imagen del Perú en el mundo, desde un enfoque turístico, lo identifica como el país de los Incas, en ese sentido, Cusco es el concepto fuerza, Machu Picchu, el atractivo; así fue vendido y sin querer queriendo, marcaron el destino llamado Perú. En este proceso, no tardó mucho la estrategia de darse cuenta que nuestro país no solo es historia, arqueología, sino además, un país diverso; hoy, usamos el concepto de cultura viva y sus múltiples expresiones, esto evidencia un nuevo enfoque, que no resta a lo anterior, contrariamente, le suma al nuevo concepto: 10, 000 años de cultura viva para el mundo.
Porqué nos preocupa que Machu Picchu llegue a celebrar sus doscientos años de descubrimiento. Somos un país que entró tardíamente en el mundo del turismo, otros, con menores recursos y atractivos se han convertido en destinos que captan millones de receptivos, en tanto que nosotros, con mayores posibilidades, tenemos cifras que son todavía cortas en proporción. Es probable tener el propósito de ganar tiempo al tiempo estableciendo estrategias turísticas de corte masivo, cuando contrariamente, debiéramos de ser selectivos, tratando de ser coherentes con nuestra diversidad de atractivos turísticos; aquí hay de todo para todos, pero, regulado y controlado. En ese sentido, Machu Picchu es una oferta propuesta a demandas, que necesita definir su uso como destino turístico.
Nos sigue preocupando Machu Picchu, porque lo vendemos para ser visitado in situ, tienen que verlo, mirarlo, tocarlo y sobre todo PISARLO; ese es el riesgo que genera nuestra preocupación. La lectura visual del Santuario cobra espectacularidad en distancia, observación de paisaje. A Machu Picchu, Le denominan ciudadela, para nosotros es Santuario, no solo es arquitectura es también naturaleza y ambos generan un encuentro maravilloso, por eso es una maravilla. Las otras maravillas del mundo son construcciones, la nuestra también, pero lo es en escenario que lo convierte en un Santuario con belleza paisajista, donde todo es posible de mirar, pero no necesariamente de pisar. Creo que pisar menos y observarlo mejor (sistema de miradores u observatorios), debe de ser una buena alternativa; como también, regular y proteger espacios en usos de circulación y aforos.
Creo que la estrategia Marca Perú, visiona la diversidad y esta debe descongestionar la hegemonía de Cusco-Machu Picchu como destino turístico, somos y tenemos más de lo que creen para ser un país turístico, podemos hacerlo, pero decidamos sostenibilidades. Machu Picchu, estuvo siglos, lo descubrieron hace cien años y esperemos que dure siglos más.
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