El tema de la
inclusión social, primero como estrategia de campaña, luego como estrategia de
gestión, sale a borbotones, no por cifras, sino por evidencias; es producto de discursos que todo lo pintaban de
azul, con indicadores de crecimiento sostenido, reservan internacionales con
record histórico, crecimiento del
PBI, imagen de país,
inversiones, etc., pero, realmente
poco se relacionaba con condiciones de vida de la población.
Las cifras dan
cuenta de una gestión con aciertos en
propósitos macroeconómicos; pero, encontramos a ciudadanos de a pie, a los del
día a día, a los sub ocupados y
desempleados, a deficitarios de
kilocalorías en la ingesta diaria de alimentos, etc., en condiciones poco logradas y mejoradas; allí
las cifras existen, pero no se
dicen ni resaltan, se crean e inventan logos y estrategias para cada hecho y
circunstancia. Hoy tenemos a la
inclusión social como estrategia de gestión, como reivindicación de los
excluidos, propuesta hecha sobre
un discurso de crecimiento tan azul como el cielo, pero que aquí en la
tierra, tiene un color nada claro
todavía.
Hoy los
candidatos nos han llenado el espectro radial, televisivo y periodístico, con información
de propuestas de campaña que marca el discurso del “que”, “si pues, sé que soy
pobre y no tengo casa, trabajo de vez en cuando y el colegio de mis hijos queda
lejos…”; bueno, eso lo sabe el que lo dice, porque lo siente y vive, pero, se quisiera
escuchar de los candidatos, “como” van a hacer para que muchos salgan y mejoren
su condición, y no sigan siendo objeto de un discurso, ni cifra de una estadística,
hoy importa la gestión, el cómo lo van a hacer.