viernes, 15 de agosto de 2014

SER AREQUIPEÑO



El arequipeño se ha hecho conocer como el revolucionario, el hombre orgulloso de su tierra, ha llegado a ver a Arequipa como una república independiente. ¿A qué se debe esto?, ¿por qué adopta  este pensamiento, esta manera de ver?  Revolucionario es un concepto que viene desde la política y tiene su asiento en lo social.  Hay tres opciones en términos sociológicos: mantener, mejorar o cambiar; el cambio está asociado a revolucionar,  por lo tanto, desde este punto de vista,  ¿el  arequipeño  es revolucionario?  A propósito, hay un libro de historia llamado “las revoluciones de Arequipa”,  es un clásico.
Hemos tenido Presidentes de la República arequipeños o de ancestro arequipeño, que más que revolucionarios,  conspiraban, complotaban, derrocaban, todo  bajo la modalidad del golpe de Estado. Hemos tenido más gobiernos militares que civiles,  los militares eran por golpe;  ¿cuántos fueron hechos por arequipeños o desde Arequipa?  Lo de revolucionario no viene por ahí precisamente.
Desde el punto de vista de personajes, asumimos conceptos de líderes y  caudillos, desde su propia  imagen o desde movimientos, partidos políticos o instituciones. Figuras como Mariano Lino Urquieta y Francisco Mostajo Miranda, marcan un referente; uno médico el otro abogado, son de pensamiento distinto y acción diferenciada, pero con objetivos que coincidían  cuando se referían a Arequipa. José Luis Bustamante y Rivero, inspiró y armó el Frente democrático, junto con otros Arequipeños. Las opciones políticas de época marcaban a los liberales, demócratas, socialistas, comunistas;  estas opciones desde los años 30, vienen referenciadas de figuras como Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaunde, etc.
Los militares eran los que armaban “la revolución”, con ellos, sin ellos, o contra ellos,  estas eran  acciones de tipo insurgente,  protesta o simplemente golpistas; aquí tuvimos  la llamada “revolución del cincuenta” contra el general  Odría, recordemos, que fue él quien a su vez destituyó a Bustamante y Rivero. Pretender  llevar conceptos   históricos en lo político y social,  a estrategias nuevas de movimientos regionales y acuñarles denominaciones de origen como: arequipazos, moqueguazos, baguazos, etc.,  ya es otra historia.
El arequipeño si realmente conociera su origen, acerbo, expresiones y todo lo que tiene, se sentiría orgulloso de decir “soy arequipeño”. No se ha hecho esfuerzos por tener una identidad que sea producto de haberla construido, preservado, cultivado. A nuestros   alumnos del colegio, por ejemplo, ¿qué les enseñan sobre Arequipa?: arqueología, historia, geografía, literatura, folklore (música, danza, culinaria, gastronomía, artesanía),  turismo; creo que poco o casi  nada.  los arequipeños nos quejamos de haber sido invadidos por migrantes, al extremo de señalar que somos minoría y solemos decir además que el Corso de la Amistad, tiene poco de arequipeño, que tal postulante u otro, apelan a esos migrantes para ser favorecidos con su voto, basta solo señalar estos dos indicadores.
No hay mejor estrategia para tener identidad de arequipeño que, a propios y extraños, formarlos con valores de esta tierra que no solo es un territorio, sino una multiplicidad de expresiones que  hace  sentir  lo arequipeño con  una fuerza telúrica propia de esta tierra.  El éxito de lo arequipeño por arequipeños, no ha pasado por el visor revolucionario; el mejor grupo parlamentario que ha tenido Arequipa,  está en las  figuras de  Roberto Ramírez del Villar, Mario Polar Ugarteche, Jaime Rey de Castro, Javier de Belaunde, Héctor Cornejo Chávez, Juan Chávez Molina, etc.,  ellos dieron imagen de capacidades, entrega e identidad; muchos de ellos a partir de la Democracia Cristiana, cristalizaron “cambios” que dieron  frutos en nuestra vida económica, social, política, etc. Otro ejemplo de acciones y actitudes de arequipeños por Arequipa, fue la experiencia de la Junta de rehabilitación y Desarrollo de Arequipa, institución que dio pauta en lo posterior, se creó a propósito de los terremotos del 58 y 60.
Las nuevas generaciones  hoy actúan en un escenario que necesita de otras formas de hacerle sentir lo arequipeño, no hay que forzar lo  Arequipeño, ni tampoco  basta decir que se es por haber nacido aquí. Se quiere lo que se conoce y por ello se le cuida; la revolución que necesitamos es la de formación y educación, la de los valores; ser arequipeño tiene que ser un valor y no denominación de origen.
Necesitamos formarnos en mejores capacidades y actitudes, y a los jóvenes,   aparte de poder decir, “aquí estoy y para que soy útil”, le agregaría: capacidad, formación y  sentir arequipeño. Nos lo exige el mercado,  nuestra región, nuestro país.

Necesitamos crear revolucionarios que sepan que el cambio es mejor que mantener e inclusive mejorar el status quo. Somos una región y un país de denominación pobre y en crecimiento,  que tiene que hacer mucho esfuerzo por cambiar y mejorar;  hay múltiples formas de hacer empresa para conseguir tal objetivo,  los arequipeños lo hemos demostrado más de una vez y lo podemos hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario