sábado, 13 de julio de 2013

DE CANUDOS A INVASORES

“Región de Bahía. Imperio Del Brasil. Año 1890. La indigencia exasperante, el atraso invencible, la vastedad territorial, la supina ignorancia y la escalofriante desigualdad que permitía la coexistencia tanto de las ricas urbes del sur, como la espantosa miseria de las del Norte, fueron los factores que permitieron el estallido de quizás, el hecho más sangriento y penoso del que se tenga recuerdo en Brasil. Un hombre (Antonio Conselheiro) y una masa (la del pueblo de Canudos), arrastraron al país a un problema de dimensiones conmovedoras. Desde entonces, incluso plumas superlativas como la de Euclides Da Cunha, o la de Mario Vargas Llosa, han escrito sobre el tema sin poder ocultar el sincero sobresalto por sus consecuencias: 30 mil hombres, incluidos mujeres y niños, fallecieron víctimas de la intolerancia”. Pequeña nota extraída de un hecho lejano que hoy podemos sentirlo como muy cercano, la invasión como hecho provocado y no como alternativa de sobrevivencia.
Toda invasión es un proceso inhumano, donde  cientos y miles de voluntades exasperadas tratan de hacerse por la sorpresa y la fuerza, de un pedazo de tierra ajena, todo en un violento proceso atentatorio contra el Estado, tratando de pasarse por encima del derecho que la ciudad tiene al orden y la planificación, estimulando que la inevitable violencia  sea  parte del libreto,  para ello,  premunidos de armas de fuego, machetes, palos y piedras, la emprenden contra el “propietario” que defiende lo suyo, contra la policía que defiende el orden, incluso, generando violencia entre ellos mismos, cual versión actualizada de la sangrienta guerra entre canudos, pero en Arequipa; toda esta escalada de violencia, deja  saldos de muertos, heridos y daño a la propiedad.
Como entender la permisividad de la autoridad regional; a decir de tirios y troyanos, son lo que generan estos penosos procesos, con  instalación de comisiones y mesas técnicas que más que resolver los conflictos, los alientan y potencian, los hechos demuestran tal aseveración; además, provocan un clima de politización creando expectativa con la sobreentendida promesa de titular a los “posesionarios” (nueva denominación del invasor que permanece más de 24 horas en su pedazo de cerro) que no tengan otra propiedad; entonces, arranca el mercado negro de lotes, para lo cual hay que llegar más o menos calificable en el inmediato empadronamiento, logrando así el “aseguramiento” de la flamante propiedad. A partir de ahí, entre sillares, esteras y calaminas, la autoridad verá cómo puede demostrar que  tiene más de una propiedad (tiempo a favor de autoridad e invasor), y si lo prueba, veremos si 6 años, dos periodos,  alcanzan para desalojar a miles de invasores que si tienen más de una propiedad (versión de ellos mismos); pero, cuando esto ocurra, ya estará construida, incluso con luz, agua, desagüe y transporte. Así es.
Conclusión: tienen que cumplir con el objetivo político, votos a cambio de terrenos, la titulación que la haga el que venga después.

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