La agenda de desarrollo para el Sur, necesita ser manejada en el discurso político, como correlato de la concertación de sectores sociales, empresariales y públicos, comprometidos con una visión compartida para el desarrollo de Arequipa y la macro región sur. Esta apuesta, supone trazar un derrotero donde lo público, llámese, gobierno central, regional y local, sintonice con emprendimientos privados, sociedad civil y población en su conjunto. Se debe entonces, tener claridad de lo que se quiere, del cómo hacerlo, con quienes y en que plazos.
En un escenario lleno de conflictos como el nuestro, urge la necesidad de estandarizar conceptos y construir posibilidades incluyentes, considerando la diversidad, como una marca nuestra. ¿Cómo entender al Sur, si éste no se entiende así mismo? Aquí el concepto clave es el de articulación e integración, necesitamos construir “ejes articuladores” que no sólo sean viales, sino económicos, productivos, logísticos, de servicios y formativos; el Sur no está capitalizándose en activos, recursos humanos y tecnología.
¿Qué viene pasando en el sur?, la minería sigue manteniendo un alto porcentaje de participación en el PBI, en agricultura, industria y pesca, no se ha crecido como se quisiera; el sector construcción sigue liderando el crecimiento, junto con servicios, ligados al comercio y turismo; hay una tendencia hacia la tercerización de la economía laboral. En el uso de recursos naturales; mientras nos peleamos por el agua, esta sigue su curso; necesitamos concesiones responsables en minería, no todo es denunciable; la explotación del mar debe ser responsable, el tema del gas y generación eléctrica, pasan por definir nuestra matriz energética, tanto para consumo, doméstico, industrial, transporte y minería. Por su parte, el componente de los recursos fiscales, no logra ser un indicador que mejore nuestras brechas económicas y sociales; el canon, sobre canon, regalías y contribuciones voluntarias, han distorsionado la gestión pública, no se han establecido prioridades en el gasto social; finalmente, necesitamos generar recursos propios y decidir racional y participativamente sobre ellos.
Es claro suponer entonces, que lo que se necesita es posicionar el Sur, para ésta tarea resulta prioritario, la construcción de una agenda para el desarrollo, en la que se tenga claro, infraestructura, equipamiento, políticas sociales, calidad de vida, legitimidad de gestión, capacidades para una gerencia privada moderna y responsable, capacidades para una gerencia social, eficiente y eficaz en el escenario público, capital social, responsabilidad social en el uso de los recursos, en fin…; todo en un modelo que posibilite al Estado, capital, trabajo y ciudadanía, decidir de manera conjunta y hacia un mismo norte.
Lo evidente es que el Sur ha sido olvidado por las últimas gestiones gubernamentales y no ha sabido posicionarse en la escena nacional por la ausencia de liderazgos regionales y derroteros claros; en todo caso, la apuesta por construir una Agenda para el Sur, debe hacerse realidad a pesar de muchos, ilusión de varios y compromiso de pocos. Este 28 de julio escuchemos el mensaje presidencial desde la perspectiva sureña.
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