Gabriel García Márquez, nobel de literatura, escribió entre sus memorables obras, “El general en su laberinto”, habla de Simón Bolívar, su enfermedad, su relación con las mujeres y sobre todo su obstinación para no perder, culpando a factores como el viento o la lluvia. Es esta característica del personaje la que nos hace pensar y nos recuerda los laberintos de ineficacia en los cuales se pierden autoridades y altos mandos de la policía en nuestra región; observamos, caos vehicular, pistas salidas de una película de guerra, robos y asaltos al paso, etc. etc. etc. Esto muestra a la población, la ausencia de tácticas y estrategias para abordar el sistema de transporte y la seguridad en Arequipa.
Temas de infraestructura, equipamiento, acondicionamiento y paisaje urbano, van de la mano con peatones, vehículos, autoridad municipal, policías, negocios y ambulantes; todos son componentes de un sistema que está en el parámetro de la dinámica urbana; la idea es, hacer “vivible” nuestra ciudad; este es un gran espacio público, que hasta hoy se ha desarrollado al compás de gestiones cada vez más ineficientes. Todo parece indicar que tenemos problemas de seguridad; lejos de estar, caminar y sentirnos tranquilos, estamos entrando en la paranoia del delito de la cual todos reportan, comentan y analizan; pero nadie aborda con acciones concretas, como evitar, remediar, minimizar y finalmente erradicar el caos de la ciudad.
¿Cómo están manejando las estrategias de prevención del delito la Policía y la Fiscalía de Prevención?, ¿Cómo se evidencian las competencias a cargo de los gobiernos regional, provincial y distritales en esta materia? Tal vez algunos instalan cámaras, destinan serenazgos y articulan algunos discursos cada vez que se produce algún incidente delincuencial, pero, ¿cómo se articulan los diferentes sectores entorno a este problema? ¿Cómo deben de manejarse los espacios de acción del Ministerio del Interior con Justicia? ¿Cómo se trabaja en los distritos la prevención?. La única respuesta cierta es que la seguridad la asumimos nosotros, los ciudadanos, los contribuyentes de manera privada y comunitaria. Hoy todos enrejamos nuestras casas, calles y urbanizaciones, contratamos seguridad privada, colocamos cámaras y sistemas de vigilancia; además aseguramos vehículos, negocios, etc. ¿Sumamos el gasto de cada quien?, sin embargo, seguimos pagando arbitrios e impuestos sin recibir servicios de calidad.
¿Qué hacer para que las autoridades garanticen nuestra seguridad e intervengan de forma planificada y articulada? ¿Cómo hacer para que la sociedad civil exija el cumplimiento de éstas competencias y aporte con una cultura preventiva? Tal vez la respuesta nos lleve como en muchas otras veces, a la educación. Mientras tanto, continuamos haciendo hígado al ver a policías y serenos parados en las esquinas, observando el efecto de los rayos gama sobre las caléndulas, mientras el despelote campea en su entorno.
Entonces, debemos como ciudadanía sacar a nuestras autoridades de sus laberintos de ineficacia y a nuestra policía de su letargo y conversación, necesitamos recobrar el sentido de autoridad, evitemos pues, que terminen de perderse en el laberinto.
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