viernes, 4 de noviembre de 2011

OLLANTA HUMALA, EVALUANDO GESTIÓN


Se ha creado la costumbre de evaluar los primeros cien días de gestión gubernamental, pueden ser doscientos;  si de evaluaciones se trata,  lo que interesa realmente  es hacer de ella, una costumbre  ciudadana, colectiva e institucional  permanente,  existen indicadores para cada uno de los sectores   y rubros de gestión;  tenemos  evaluación por objetivos y por resultados, que no siempre  son tan inmediatos, también se evalúa  intenciones, conductas, escenarios, etc. Creo que lo mejor que le puede suceder a una gestión, es que se le evalué, hay que perder temores;  se tiene que ver y notar la intención y el trabajo, por eso postularon, prometieron y ganaron; en tal sentido,  nuestras apuestas electorales  no acaban con el voto, en ponernos tristes o alegres  por los resultados y nada más, no;  podemos equivocarnos en la elección, se pueden equivocar en la gestión, pero, toda repetición negativa es una ofensa,  trátese,  de  electores o de  gobernantes.
Evaluar al ejecutivo puede ser un buen comienzo, allí está la fortaleza, en términos generales, de la  actual gestión;  mantener  el modelo  es la consigna,  pese a que  electores ansiosos  reclaman el cambio del mismo.  El sector economía, con comercio exterior y  producción,  va bien de la mano con el Banco Central de Reserva;  la estabilidad, crecimiento, mesura, previsión,  tienen claros   indicadores  de ser así.  Ministerios sociales están sentándose todavía y viendo de ajustar cinturones y evaluar  con quienes acompañarse en esta ruta no tan bien dispuesta por algunas  piedras en el camino. En el área social   son  más técnicos-políticos, en la   económíca,  son más empresarios y menos políticos. Hay también de los otros que necesitan articularse en sinergias ministeriales para hacerse notar,  no por presencia,  sino por acción.
Evaluar el legislativo, es mirarlo por todos los costados, pensábamos que algunos temas respecto de la representación nacional debían de ser superados, no es así; los escándalos, tráfico de influencias, practicas turísticas parlamentarias, no solo de unos cuantos, sino de casi todos, ha sido su marca;  algunos eternos opositores, hoy les cuesta trabajo entender que son oficialistas, en fin. Todos apelan a la gobernabilidad, de la cual, poco saben y practican. En una lectura política de gestión, una cosa es Ollanta Humala y entorno, otra el legislativo (oficialista y socios), otra gana Perú y otra los nacionalistas; no hay indicios e indicadores de visiones compartidas, la ausencia de cuadros técnicos y políticos  supone  tomar prestados de otras tiendas y opciones; esa es una realidad, en el deporte electoral  leemos:  presentémonos y vamos al parlamento y la hacemos como oposición, no faltando  el  iluso, y si ganamos, respuesta obvia, ya veremos, en el camino  lo arreglamos. No es ficción, es realidad.
Evaluar el discurso de campaña (varios), el discurso del 28 de julio, el de la presentación en el Congreso y las sucesivas  conferencias de prensa, da la idea de no querer cambiar modelo;  este según ellos, asegura inclusión, creo que no, crecimiento no asegura inclusión, desarrollo y crecimiento sí. De otro lado, no todo es economía, falta política, sociedad, gobernabilidad, gestión con  una  gerencia   social, eficiente y eficaz; además,  manejos adecuados de  instrumentos  democráticos. Evaluarlo como secundario corre el riesgo de jalar cursos, como primarioso, todo se suma, se  divide y pasa de año. El azar en la historia debe de ser historia.


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