Era ya evidente que la actual gestión gubernamental, necesitaba de un ministerio que le de soporte burocrático al eje central de su estrategia política, cual es, crecimiento con inclusión social; la novedad está en la denominación, desarrollo e inclusión social, concepto mejor dispuesto para diseños de políticas sociales, además del necesitado marketing político. Interesa, tanto a incluidos como a excluidos, saber su marco operático, alcances, competencias, sus estrategias integradoras y articuladoras con los otros sectores, definición de líneas de base para tomar referentes de universos de excluidos y programas de inclusiones progresivas marcadas en un cronograma presupuestal; importa también las metas, cuyos logros tengan indicadores auditables, saber también, sus fuentes de financiamiento, origen, sostenibilidad, etc., este es un marco necesario para un nuevo operador gubernamental dedicado a un tema tan histórico como es la exclusión social.
La inclusión social, concepto de amplio espectro, necesita tener anclas de base que permitan maniobrar, ya no una promesa de campaña, sino una necesidad y urgencia nacional. Necesitamos verlo por las políticas sociales, en donde salud, educación, vivienda y saneamiento, son sectores que necesitan de atención eficaz y eficiente. Aquí nuestra historia de gestión gubernamental, tanto, central, regional y locales, dan cuenta de una mala gerencia, presupuestos no gastados y devueltos, corrupción, y beneficiarios, que son muestra mínima de un gran universo. También la podemos ver desde la producción; agricultura, pesca, industria, minería, son componentes de un sector primario que se quedó con la bandera de país primario exportador y no generó ni propició estrategias de dar más valor agregado a la materia prima, con el consiguiente beneficio en empleo, impuestos, productividad y competitividad; salvo la industria, con capacidad transformadora y electricidad, como generadora, nuestra lectura productiva quedó rezagada, salvo excepciones que siempre confirman la regla. Necesitamos ver la inclusión desde la perspectiva de nuevos crecimientos a la luz de nuevos emprendimientos, como es el caso del turismo, comercio y servicios, aquí el sector terciario tiene un fértil y amplio campo generador de empleo, componente tan necesario en las estrategias de ingresos sostenibles para empleos sostenibles y no coyunturales o programas de empleos temporales.
La inclusión social pensada sobre la base de crecimiento económico, no asegura sostenibilidad que se reflejen en metas cumplidas, a riesgo de retorno a condiciones anteriores. Se necesita además del crecimiento, marcas cuantitativas, del desarrollo integral, cambios cualitativos. Esta es una de las razones para plantear la necesidad de tener claro sus fuentes de financiamiento; depender de la minería, exclusivamente, es pensar solo en crecimiento, depender de los otros sectores productivos, como pesca, ganadería, industria, y también turismo, etc., es pensar en desarrollo y en financiamiento sostenible no solo para inclusiones, sino además, en infraestructura, equipamiento, calidad de vida, lo que reforzaría aun más las posibilidades de inclusión.
La inclusión social tiene su ministerio, llamado desarrollo e inclusión social, puede ser eje central, sin querer queriendo, pero solo desde la perspectiva de una cambio de matriz productiva, gerencia pública capaz, población en general y beneficiarios en particular, con mentalidad fresca y nueva de su nuevo rol como ciudadanos de este país; empresarios responsables socialmente, una clase política con capacidades de compartir visiones y no de enfrentarlas, finalmente, el patrimonio es para la cultura, como la pobreza para el MIDIS.
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