Todavía no se determina la fecha
para la elección de la presidencia regional en segunda vuelta, y aparentemente,
hay un “silencio electoral”. Mientras
los candidatos alistan sus propuestas y
artes de convencimiento para que los elijamos, los que votaron, supongo por alguno de los
calichines, intentan votar viciado y nulo; cierto que es una libertad a asumir, pero cambiar de voto
calichín a voto viciado, como que hacen quedar mal al calichín por
inconsecuencia, y una vez más, demuestran que esperaban una abrumadora
votación, terminan a cuenta gotas y quieren luego viciarlo. Cosa de calichines.
El tema de fondo es la elección regional, y usaré el indicador de correlación
de fuerzas. Parafraseando diríamos, “crónica de una futura elección anunciada”,
dos de lo mismo y con futuros diferentes, no asegura en absoluto una
gobernabilidad que la ciudadanía regional espera. Estilos y perspectivas
diferentes, sostenibilidades inseguras y una vez más, ensayos forzados por
invitaciones inevitables para uno, y oportunas para el otro, marcan una
probabilidad que segundos y terceros importantes y con perspectiva (los perdedores-ganadores), no se la
jugarían.
La correlación de fuerzas en un
indicador político basado en el equilibrio de poderes, lo hegemónico, marca más
la imperfección que una posibilidad virtuosa, y lo digo por nuestras viejas y
persistentes malas costumbres. Poderes compartidos con miradas y visiones comunes, no por
obligación, sin por construcción de consensos, es más legitima y asegura una
gobernabilidad que todos esperan, incluso los calichines. Los segundos y
terceros con futuro, la tienen clara respecto de la elección en segunda vuelta.
Los endoses dicen que no existen, pero si existe la voluntad de votar, no con
corazón ni hígado presente, sino con mente futura.
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