El marketing del crecimiento económico marcó a la macroeconomía como un indicador de éxito; temas como inflación, reservas, aumento del PBI, físico y monetario, estabilidad jurídica, etc., dieron en los últimos años, una imagen positiva de país; razón más que suficiente para generar inversiones y negocios en una economía que se ajustaba bien al modelo hegemónico en este mundo globalizado, donde la competitividad, puso el sello y orientó la ruta estratégica.
El triunfo del candidato Ollanta Humala, obedece entre otros conceptos a haber dirigido su discurso a los que no tuvieron el beneficio de este crecimiento económico, donde la reiteración de una frase con todos los adornos y quejas, marcó un discurso: crecimiento con inclusión social, es de suponer que esa será la esencia del próximo gobierno. En ese sentido, la pregunta sale de inmediato, como hacer una gestión que genere beneficio abierto y extendido, incluya y mejore, las condiciones de vida a una gran mayoría de peruanos.
Creo que necesitamos como país, variar rumbos; ya se acabaron los temas electorales, importa mucho el “como” hacer y tener claro visiones compartidas, como por ejemplo, la política fiscal, entre otros. Las inversiones en lo público, tienen que ver con infraestructura, equipamiento, servicios y coberturas; las privadas con desarrollo en sectores económicos productivos; estas dos opciones tienen que ser compatibles, definiendo roles y estableciendo sinergias consensuadas. Las políticas sociales son prioritarias en el reglón de la pobreza extrema, el mejoramiento de la calidad de vida es urgente; la educación en todos sus niveles debe de ser la estrategia del quinquenio. De otro lado, la salud debe de ser pensada en prevención-inversión, lo que posibilita cambiar viejos conceptos de enfermedad-gasto-curación; finalmente, el empleo, debe de basarse en capacidades, pensando en tecnología y competitividad. Para lo cual, sale la siguiente pegunta, como hacerlo.
Debemos de cambiar nuestra matriz productiva; la denominación clásica de país primario- exportador, tiene ya que ceder paso a otras estrategias. Hay que perder el miedo al valor agregado, es cierto que necesitamos tecnología, capacidades, capital, mercados, infraestructura, equipamiento, comunicación, articulación e integración. Pero también necesitamos propuestas de promoción e incentivos, para sectores como la pesca, agricultura, industria, comercio, servicios, turismo. Las demandas internas y externas nos han dado pautas de un aumento en el valor agregado por exigencia de consumo, de otro lado, la oferta productiva, debe de importar menos capital y fomentar más, nuestras capacidades y soportes tecnológicos; teniendo siempre como objetivo escenarios y mercados competitivos, tanto internos como internacionales. Generar las mejores condiciones para los sectores indicados, ayudará muchísimo a dejar de depender del sector minero e hidrocarburos, que no solo genera importantes recursos, sino además conflictos y poco empleo.
Los ingresos extraordinarios derivados a combatir la pobreza y provocar inclusión social, deben de ser pensados en una tributación donde la presión tenga el equilibrio entre la base y la recaudación y además aumente, por nuestro mayor consumo, la renta se beneficia porque hay más producción de riqueza generada y el canon perfilará mejor sus captaciones por explotación y usos fijados expresamente. La inclusión debe de ir propiciada desde otra matriz productiva, eso hará sostenible un crecimiento con vocación de desarrollo.
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