viernes, 17 de junio de 2011

PROCESO DE TRANSFERENCIA, MARCAR DIFERENCIAS.


Marisol Espinoza, electa primera vicepresidenta de la república, anunció que empieza formalmente  el proceso de transferencia del gobierno, con el recogimiento de información del activo y pasivo del actual gabinete.  Es posible que el “saliente”,  en el plano exitoso, muestre lo mejor de su  gestión en vitrina; es posible también, que el  “entrante”   agudice su olfato rastreador de  lo que de hecho considera malo o cuestionable del gabinete saliente  para evidenciarlo.  Al margen de criterios subjetivos y especulativos, el proceso de transferencia tiene lecturas políticas, económicas, sociales, productivas, de relaciones y de imagen. Este proceso constituye un acto de toma de inventario, pero no  evalúa la gestión, en todo caso, debiera de tomarse  en cuenta  objetivos cumplidos y resultados de gestión, en función de sujetos económicos como son, pobladores, ciudadanos, beneficiarios, trabajadores, empresarios y sociedad civil.
Pasando al terreno de la transferencia, una  lectura de los activos  da  cuenta de  lo que se tiene, de lado  de los pasivos, es lo que se debe,  la diferencia entre ambos  da el saldo patrimonial. Haciendo el análisis  del balance de situación, el activo  nos da cuenta  que tenemos buen disponible, derivado de  recursos recaudados,  fondos  presupuestales no gastados (ineficiencia del gasto público),  ingresos extraordinarios (boom minero), como   también,  reservas internacionales  netas,  con cifras nunca  alcanzadas, que día a día crecen más. Se tiene activos fijos identificados por cemento, ladrillo, fierro, cables,  tubos, maquinarias y equipos,  que  se les denomina  infraestructura  y equipamiento,  están en el registro,  obras,  servicios y coberturas. Por esta  vez  no vamos a referirnos a cuentas por cobrar, que no es nada insignificante, cuya oficina de cobranza, Sunat, tiene una larga lista de identificados y muchos más de  no habidos deudores.  Estos activos físicos y monetarios,  contrastan  marcadamente con un pasivo histórico insatisfecho, que siempre es un buen referente electoral; por eso,  La deuda  que se tiene con sujetos económicos,  hace que los  conviertan coyunturalmente en sujetos  políticos,  cuya  traducción  hoy   son los  “excluidos”.      De  otro  lado,    producir,  vender,  crecer,  mejora   los  activos  disponibles  y fijos , cuyo  efecto  en el balance histórico,  debe de notarse con reducción de pasivos,  e  indicadores den lecturas  de inclusión social, económica y  productiva.
Los  procesos  de transferencia, modalidad  cada vez más notoria en nuestro que hacer gubernamental, debe de tener todo un conjunto de indicadores, que no solo sirvan para inventarios  de activos y pasivos.  Parece  ser que hacemos todo posible para no salir de estrategias  y gestiones  de crecimiento;  necesitamos  también,  evaluar  indicadores de desarrollo. La  línea de  base  de cada  gobierno  marca  la  gestión; en esa perspectiva, poco o nada  se dice de lo que se encuentra, menos lo que se deja; esta  costumbre  va desde el gobierno central,  regional,  hasta  los locales. De otro lado, debemos  evaluar  por objetivos y  resultados, tenemos  las  promesas  electorales, los  planes de gobierno  y los discursos oficiales cada  aniversario  patrio, todos  tienen carácter de informaciones referentes. En estos procesos se  agudiza  más la especulación  política  por usos mediáticos, donde la dinámica de gestión está más a protegerla  para la auditoria que para el efecto positivo del beneficio. El  tema no solo debe de dar  cuenta  del  presupuesto para  hacer el puente, sino de verificar  si está   el  puente, también  si  el puente es  útil y quienes  van  a usar el puente,  para qué,  etc.  Esto último parece  una exageración,  pero necesitamos  aprender a hacer gestión  pública  no  pensando en la auditoria,  sino en la sonrisa del  niño vacunado.

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