Marisol Espinoza, electa primera vicepresidenta de la república, anunció que empieza formalmente el proceso de transferencia del gobierno, con el recogimiento de información del activo y pasivo del actual gabinete. Es posible que el “saliente”, en el plano exitoso, muestre lo mejor de su gestión en vitrina; es posible también, que el “entrante” agudice su olfato rastreador de lo que de hecho considera malo o cuestionable del gabinete saliente para evidenciarlo. Al margen de criterios subjetivos y especulativos, el proceso de transferencia tiene lecturas políticas, económicas, sociales, productivas, de relaciones y de imagen. Este proceso constituye un acto de toma de inventario, pero no evalúa la gestión, en todo caso, debiera de tomarse en cuenta objetivos cumplidos y resultados de gestión, en función de sujetos económicos como son, pobladores, ciudadanos, beneficiarios, trabajadores, empresarios y sociedad civil.
Pasando al terreno de la transferencia, una lectura de los activos da cuenta de lo que se tiene, de lado de los pasivos, es lo que se debe, la diferencia entre ambos da el saldo patrimonial. Haciendo el análisis del balance de situación, el activo nos da cuenta que tenemos buen disponible, derivado de recursos recaudados, fondos presupuestales no gastados (ineficiencia del gasto público), ingresos extraordinarios (boom minero), como también, reservas internacionales netas, con cifras nunca alcanzadas, que día a día crecen más. Se tiene activos fijos identificados por cemento, ladrillo, fierro, cables, tubos, maquinarias y equipos, que se les denomina infraestructura y equipamiento, están en el registro, obras, servicios y coberturas. Por esta vez no vamos a referirnos a cuentas por cobrar, que no es nada insignificante, cuya oficina de cobranza, Sunat, tiene una larga lista de identificados y muchos más de no habidos deudores. Estos activos físicos y monetarios, contrastan marcadamente con un pasivo histórico insatisfecho, que siempre es un buen referente electoral; por eso, La deuda que se tiene con sujetos económicos, hace que los conviertan coyunturalmente en sujetos políticos, cuya traducción hoy son los “excluidos”. De otro lado, producir, vender, crecer, mejora los activos disponibles y fijos , cuyo efecto en el balance histórico, debe de notarse con reducción de pasivos, e indicadores den lecturas de inclusión social, económica y productiva.
Los procesos de transferencia, modalidad cada vez más notoria en nuestro que hacer gubernamental, debe de tener todo un conjunto de indicadores, que no solo sirvan para inventarios de activos y pasivos. Parece ser que hacemos todo posible para no salir de estrategias y gestiones de crecimiento; necesitamos también, evaluar indicadores de desarrollo. La línea de base de cada gobierno marca la gestión; en esa perspectiva, poco o nada se dice de lo que se encuentra, menos lo que se deja; esta costumbre va desde el gobierno central, regional, hasta los locales. De otro lado, debemos evaluar por objetivos y resultados, tenemos las promesas electorales, los planes de gobierno y los discursos oficiales cada aniversario patrio, todos tienen carácter de informaciones referentes. En estos procesos se agudiza más la especulación política por usos mediáticos, donde la dinámica de gestión está más a protegerla para la auditoria que para el efecto positivo del beneficio. El tema no solo debe de dar cuenta del presupuesto para hacer el puente, sino de verificar si está el puente, también si el puente es útil y quienes van a usar el puente, para qué, etc. Esto último parece una exageración, pero necesitamos aprender a hacer gestión pública no pensando en la auditoria, sino en la sonrisa del niño vacunado.
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