Cómo, para qué y porqué, debemos
de asumir “responsablemente” nuestra responsabilidad social. Lo podemos ver desde el Estado, la empresa, o desde
la población, sea a través de formas organizadas, o simplemente, ejercicios de ciudadanía; lo
cierto es que la R.S. es un concepto de
valor, poco internalizado y consensuado,
aun.
La R.S. necesita de herramientas
aplicables, sea en la empresa privada, entidades del sector público, como organizaciones
de tipo social, económico o político. Se necesita tener claro los códigos de
ética, las estrategias y políticas a ejercer, las certificaciones de tipo
ambiental, social, productivo, etc. Habitualmente,
podemos ver percepciones de lo más curiosas y antojadizas respecto de temas y
situaciones que tienen que ver con asumir responsabilidades. Reiteradamente se
pretende siempre, “echar la culpa” al
Estado, la empresa o a alguien en particular, esto parece un deporte nacional;
pero lo cierto es que hay poca confianza
y transparencia, poco dialogo, más conflicto y confrontación. Quizás, estos indicadores y otros más, sean la expresión de una mala práctica que
tenemos de la responsabilidad social.
La R.S. necesita de instituciones
fortalecidas para poder así generar y
tener, adecuadas condiciones para una gobernabilidad que legitime acciones, pensado
y articulado en las capacidades y modelo de gestión. Una campaña política como
la presente, tiene que ser asumida
responsablemente; el ¿Qué?, se tiene identificado, el ¿Cómo?, aparece como una
necesidad, no necesariamente de los candidatos,
sino, de los electores; aquí la “responsabilidad social electoral”, está
marcada en la perspectiva de cómo llevar a cabo planes de gobierno y propuestas
claramente validadas. En ese sentido, hay que asumir responsabilidades, los candidatos con una
oferta creíble y los electores con un
voto responsable.
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